La Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco (COMAR) fue reconocida por su aporte a la conservación de saberes ancestrales, la organización comunitaria y la generación de ingresos para más de 2.600 mujeres indígenas wichí, qom y pilagá, en articulación con la empresa social Matriarca.
Día Internacional de las Mujeres Rurales: quiénes recibieron el Premio Ecuatorial 2025 del PNUD
14 de Octubre de 2025
En el Gran Chaco argentino, donde las rutas de tierra se vuelven barro y las distancias entre comunidades pueden superar los 500 kilómetros, un grupo de mujeres indígenas comenzó a tejer algo más que artesanías. Lo que empezó como una red, más tarde se convirtió en una organización, mediante la que ganaron autonomía.
“Tenemos rutas de tierra, pero hay veces que nos complica mucho para salir”, cuenta Norma Rodríguez, presidenta de la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco (COMAR). Ella, junto a Jessica Sosa, secretaria de la cooperativa, lidera una organización que empodera a más de 2.600 mujeres wichí, qom y pilagá”.
En el año 2000, unas pocas mujeres artesanas comenzaron a reunirse para coordinar la producción, mejorar la calidad y conseguir compradores para vender sus productos. En 2009, con el acompañamiento de la Fundación Gran Chaco, nació formalmente COMAR.
“Nuestro tejido es todo a mano, no hay ni una máquina que nos pueda ayudar con este tejido que tengo puesto”, dice Norma, mientras sostiene una pieza hecha con chaguar. Cada fibra, nudo y color lleva consigo una historia ancestral y una apuesta por la autonomía económica.
Complementa Jessica Sosa:
“Cada mujer, cada artesana promueve su propio ingreso hacia su familia, son las que compran los alimentos para su hogar”
El trabajo artesanal se convirtió en sustento, dignidad y posibilidad para muchas mujeres.
La conectividad también se volvió parte de la red. Los días de lluvia, los caminos se vuelven intransitables por lo que recurren a la tecnología para interactuar. “Conectarnos entre nosotras, poner en valor nuestros trabajos ancestrales”, destaca Jessica, quien reconoce que la organización le dio herramientas que antes no tenía: “Estoy muy orgullosa de dónde estamos; quizá antes no tenía estos conocimientos y hoy los tengo gracias a la organización”.
Con el apoyo de Matriarca, una empresa social creada para fortalecer la comercialización, las artesanías de COMAR llegan hoy a Japón, Suiza, Estados Unidos y otros países. “A través de la organización vos tenés esa conexión con ellas, y eso es muy lindo para mí”, agrega Jessica, refiriéndose al vínculo entre las mujeres de distintas comunidades.
Este año, COMAR fue reconocida con el Premio Ecuatorial 2025, otorgado por la Iniciativa Ecuatorial del PNUD, un galardón internacional que celebra iniciativas comunitarias que reducen la pobreza mediante la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.
Expresa norma:
“Estoy muy contenta, muy agradecida que nos reconocieron por darnos un premio"
Día Internacional de las Mujeres Rurales
El reconocimiento llega en el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, que este año se celebra bajo el lema “El ascenso de la mujer rural: construir futuros resilientes con Beijing+30”. La fecha busca visibilizar las desigualdades que aún enfrentan, reivindicar su participación en la toma de decisiones y reducir la brecha digital.
Jessica lo dice con claridad: “Trabajar con las mujeres en las comunidades es mi deber”. Y también con fuerza: “Las mujeres tienen el trabajo y tienen mucha fuerza para hacer muchas cosas”.
Porque en COMAR, como en tantos rincones del mundo rural, el tejido colectivo es lo que sostiene, lo que transforma, lo que anima. “En conjunto una no está sola —dice—, porque si te ves decaída, están las mujeres entre todas, y eso fortalece y anima. Muchísimas barreras hay, pero hay que ser constante y paciente para lograr las cosas”.
En el Gran Chaco, el tejido continúa. Y cada hilo nuevo que se suma, fortalece la red de mujeres.