Un proyecto ambicioso desplegado en los techos del norte argentino dejó aprendizajes que desafían nuestras ideas sobre cómo fomentar la adopción de nuevas tecnologías. El laboratorio de Aceleración de PNUD Argentina analizó esta experiencia y en este blog te contamos sobre los resultados que muestran que hace posible —o no— la transición energética en los hogares.
Lo que aprendimos de energías renovables cocinando con Doña Petrona
15 de Agosto de 2025
Antes de que existiera Másterchef, Doña Petrona ya era una cocinera estrella de la televisión argentina. Nacida en 1898, sus libros se vendieron más que la biblia en el país, ya van por la edición 123, y fueron traducidos a varios idiomas, hasta en ruso.
En la Argentina de mediados del siglo XX, millones de personas aprendieron a usar el gas casi sin darse cuenta. No fue con explicaciones técnicas. No fue con un manual, ni con una capacitación formal. Fue mirando a Doña Petrona. Ella no hablaba de válvulas, presión o de eficiencia energética. Enseñaba a cocinar. Y al hacerlo, enseñaba también a usar una nueva fuente de energía: el gas. Preparar un pastel de papas o un flan casero en televisión era, al mismo tiempo, un tutorial involuntario sobre cómo prender la hornalla, regular la llama o limpiar los quemadores. Este tipo de aprendizaje —basado en lo cotidiano, en lo que importa para la vida— es clave cuando hablamos de innovación tecnológica. Sobre todo, cuando esa innovación se vincula con derechos fundamentales, como el acceso a la energía.
Entre 2016 y 2017, en la provincia de Jujuy, se instalaron más de 4000 termotanques solares en viviendas sociales, con un alcance potencial de hasta 16000 personas. Estos fueron diseñados especialmente para soportar la amplitud térmica de la Puna, con la asistencia de la Fundación EcoAndina, que trabaja con energías renovables desde 1987. El objetivo era aprovechar la energía solar como herramienta para reducir la pobreza energética. Se trató de un proyecto único por varias razones: su gran escala, la diversidad geográfica en la que se implementó —alcanzando zonas rurales y urbanas, pequeñas y grandes—, y la heterogeneidad en infraestructura y niveles socioeconómicos de los territorios involucrados. Sin embargo, más allá de las cifras y la magnitud del esfuerzo logístico, la gran pregunta no era cuántos dispositivos se instalaron, sino cuántos fueron efectivamente utilizados.
Energías renovables: el trabajo del Colab de PNUD
Entre mayo y junio de 2024 el Laboratorio de Aceleración de PNUD en la Argentina realizó un relevamiento para conocer el uso real y las barreras para la adopción de termotanques solares en viviendas sociales. A través de encuestas a 129 hogares, 10 entrevistas en profundidad y un grupo focal, esta experiencia permitió entender, de primera mano, cómo se produce (o no) la apropiación de tecnologías renovables en contextos de pobreza energética.
El proyecto “Sol en casa: lo que funciona para adoptar energías renovables en viviendas sociales” dio lugar a un relevamiento cuyos resultados analizamos en el informe que hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes. Uno de los principales hallazgos fue que, a pesar de las opiniones mayormente muy favorables, la adopción del termotanque solar fue muy limitada: solo el 7% de los hogares lo utilizaba como única fuente de agua caliente, un 35% lo combinaba con sistemas eléctricos o a gas, y el 58% restante directamente no lo usaba. Podés leer el informe completo acá.
Dentro de este último grupo, muchas personas nunca llegaron a instalar el equipo, lo regalaron, lo vendieron o lo desconectaron por completo. Las razones fueron múltiples: problemas técnicos (como baja presión, estar colocados en una orientación incorrecta que no aprovecha la luz solar, o de la colocación o materiales inadecuados), condiciones estructurales precarias y una red de agua inestable.
Pero el principal obstáculo fue otro: no hubo formación ni acompañamiento. La entrega de los termotanques vino sin capacitación práctica, y el único apoyo ofrecido fue un manual técnico. Frente a eso, el aprendizaje quedó librado a la intuición —o, en el mejor de los casos, a la solidaridad entre vecinos. Los hallazgos de la experiencia de Jujuy se alinean con otros que encontramos sobre las barreras persistentes para la adopción efectiva de diversas soluciones de energía renovables.
¿Qué aprendimos de la experiencia de los termotanques solares en Jujuy?
Usar un termotanque solar debería ser tan fácil como hacer un huevo frito. Pero para que eso suceda, hace falta más que tecnología: hace falta acompañamiento. Cuando no se entiende cómo funciona el equipo, se improvisa. Cuando la orientación es incorrecta, el agua no calienta. Cuando no hay presión, no alcanza para bañarse. Y cuando nadie explica qué hacer con el vapor en verano, el dispositivo se convierte en una amenaza en lugar de una solución.
Aun así, algunos usuarios desarrollaron estrategias propias: colocaron tubos de desagote para aliviar la presión y evitar que hierva, pusieron mezcladores para regular la temperatura, limpiaron los cristales para optimizar el calentamiento, ajustaron horarios y compartieron trucos entre vecinos. Aprendieron por ensayo y error, y se enseñaron los unos en el camino.
Los vecinos de Jujuy aprendieron como pudieron. A Doña Petrona la había contratado la compañía de gas argentina para promover la adopción de una nueva energía: las cocinas a gas sobre las tradicionales de leña. Pero ella no enseñaba sobre gas: enseñaba a vivir mejor cocinando. En la experiencia de los termotanques solares, el desafío no es solo técnico, es cultural. No alcanza con entregar dispositivos: hay que estar, escuchar, adaptar, acompañar. Hay que construir confianza, no solo infraestructura.
Resulta clave en los procesos de innovación y en la promoción de nuevas tecnologías lograr experiencias donde se aprenda haciendo. Garantizar la adopción de las soluciones de energía renovable no depende solo de instalar un panel o un termotanque, sino de comprender y acompañar las rutinas, saberes y costumbres de quienes los van a usar. En otras palabras, se trata de enseñar a usarlas sin que parezca que estamos enseñando. Como Doña Petrona. Como quien te muestra cómo hacer un huevo frito y, sin querer, les cambia la vida a miles de hogares.