(Todavía) Debajo del colchón: La bancarización incompleta en América Latina y el Caribe

27 de Febrero de 2025

El auge en los pagos digitales, billeteras móviles e innovaciones fintech está redefiniendo el panorama financiero en América Latina y el Caribe (ALC). El número de bancos digitales en la región se sextuplicó, pasando de 10 a 60 en solo cinco años (2017-2021), mientras que las cuentas de dinero móvil experimentaron un crecimiento exponencial. En Argentina, su uso saltó de menos del 1% en 2014 al 27% en 2021. A medida que los servicios financieros se trasladan a plataformas electrónicas, los grupos tradicionalmente sub-bancarizados o no bancarizados, como aquellos en los tramos más bajos de la distribución de ingresos y las pequeñas empresas, están encontrando nuevas formas de satisfacer sus necesidades. 

La base de datos del Global Findex brinda luces sobre el auge de las finanzas digitales en ALC y su impacto en la bancarización, es decir, el acceso y uso de servicios bancarios como cuentas de ahorro, tarjetas de débito y crédito y préstamos. La Figura 1 muestra un fuerte aumento en los pagos digitales después de la pandemia, con el 66% de las personas en la región utilizando canales digitales en 2021, un aumento de 22 puntos porcentuales respecto a 2014 (44%). Aunque ALC sigue detrás de economías más desarrolladas (96% en los países de la OCDE), sus niveles superan ligeramente al promedio mundial (64%). En Venezuela, que tiene la segunda tasa de adopción más alta de la región, la rápida y generalizada adopción de los pagos digitales puede relacionarse con las remesas. Los pagos digitales ofrecen una alternativa más rápida y asequible que los canales tradicionales, como los bancos y las empresas de remesas, convirtiéndolos en una herramienta financiera importante para los hogares. 

 

 

 

Mejorar el acceso financiero ha sido un desafío en ALC durante mucho tiempo, pero la pandemia aceleró inesperadamente la bancarización. Muchas personas abrieron cuentas bancarias y de dinero móvil para recibir transferencias monetarias, enviar y recibir remesas o realizar compras. La Figura 2 destaca el aumento en la tenencia de cuentas, que pasó del 52% en 2014 al 74% en 2021. Actualmente, la mayoría de los adultos en ALC posee una cuenta bancaria. Este crecimiento no fue generalizado; en países que ya contaban con alta inclusión financiera, como los miembros de la OCDE, la tenencia solo aumentó del 94% al 97%. 

Sin embargo, tener una cuenta bancaria no garantiza una inclusión financiera completa ni acceso a sus beneficios. Muchos hogares aún no utilizan los servicios bancarios formales para ahorrar o pedir préstamos, herramientas esenciales para gestionar choques económicos o invertir en el futuro. En 2021, solo el 18% de las personas ahorraron en una cuenta bancaria y solo el 30% pidió préstamos a instituciones formales, muy por debajo del 59% y 57% vistos en los países desarrollados (Figura 2). Esto no significa que las personas no ahorren, sino que suelen recurrir a métodos alternativos. Un #GraphForThought anterior con datos de 2016 muestra que el 37% de las personas en ALC ahorra, pero solo el 12% lo hace a través de una institución financiera. 

 

 

Varios factores contribuyen al bajo uso de cuentas de ahorro en ALC. Los altos costos transaccionales, como los cobros por apertura o retiros, o requisitos de depósitos mínimos, disuaden a las personas, especialmente cuando los rendimientos no compensan estos costos. La desconfianza en las instituciones financieras también juega un papel, influenciada por los antecedentes de la región en crisis financieras y bancarias. Además, las brechas de información impiden que las personas se sientan seguras confiando su dinero a instituciones que no comprenden del todo. 

Cuando se logra plenamente, la inclusión financiera ayuda a las personas a ir más allá de las decisiones a corto plazo y enfocarse en el bienestar a largo plazo. Ahorrar en una cuenta bancaria brinda colateral para crédito, permitiendo suavizar el consumo durante choques como enfermedades, desempleo o eventos climáticos extremos. También respalda inversiones productivas, como la educación o el emprendimiento. En cambio, el ahorro informal, como guardar efectivo en casa, unirse a grupos de ahorro o comprar bienes duraderos, es más arriesgado, expone el dinero a la inflación y limita la liquidez. El préstamo informal suele ser más costoso que el crédito formal, con tasas de interés elevadas que pueden llevar a trampas de deuda

Lograr una bancarización completa en ALC aún lleva tiempo, pero ya se están logrando avances. Los bancos digitales y las fintech están impulsando la inclusión al reducir las tasas de interés y centrarse en los consumidores y negocios sub-bancarizados. Aunque la pandemia empujó a más personas hacia las finanzas digitales, el acceso al ahorro y crédito formal sigue siendo bajo. Ofrecer productos de crédito iniciales, como tarjetas de crédito respaldadas o micropréstamos, puede ayudar a las personas sin historial crediticio a comenzar a construir su puntaje, especialmente entre las poblaciones desatendidas. Regulaciones más fuertes y protecciones al consumidor pueden aumentar la confianza, asegurando que las personas se sientan seguras al guardar su dinero en los bancos, y reducir el riesgo de los préstamos, incluso durante recesiones económicas. La educación financiera es igualmente importante, al ayudar a los consumidores a comprender los productos bancarios para que puedan tomar decisiones informadas. Facilitar la adopción de instrumentos financieros para proteger el consumo de los hogares es el primer paso para construir resiliencia, permitiendo que las personas puedan recuperarse y crecer tras una adversidad.