Uruguay y el desafío de la conservación en áreas privadas

7 de Enero de 2019

 

Cría de ganado en pastizales naturales en el área protegida Valle del Lunarejo.

 

Por Flavio Scasso, Analista de Programa, Área Desarrollo Sostenible, PNUD Uruguay. 

Desde la creación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP)[1], en 2005, Uruguay realiza un gran esfuerzo por proteger sus paisajes naturales. Hoy, el país cuenta con sus primeras 15 áreas protegidas. Sin embargo, la superficie bajo protección —incluyendo ecosistemas marinos y terrestres— es de 280.000 hectáreas, el 0,9% del territorio. .

Si bien el porcentaje del territorio incorporado al SNAP es bajo, resulta un avance importante dada su reciente creación y su alta representación de ecosistemas significativos para la conservación (SNAP-MVOTMA, 2018).

No obstante, el aumento en cantidad y extensión de áreas protegidas resulta un desafío muy grande, debido a varios factores como las características geográficas y de la población, la tenencia de la tierra y las tendencias productivas.

Hasta principios del siglo XIX, Uruguay contaba con una población indígena, que constituía para las autoridades de la época un obstáculo para la estructuración de una sociedad y una economía basada en la producción agropecuaria. Por estos motivos, fue rápidamente diezmada y si bien en la actualidad aproximadamente un tercio de la población (34%) tiene un ancestro aborigen (Pagano et al., 2005; Sans, 2009), su descendencia no ha vuelto a tener territorios bajo su custodia.

Respecto a la tenencia de la tierra, el 96% del territorio es privado (Rada E., 2017). Esta característica, ligada a una fuerte vocación productiva y la falta de grandes barreras naturales, ha determinado que aproximadamente el 93% del territorio esté bajo producción agropecuaria.

El modelo económico en Uruguay se basa en el uso intensivo de los recursos naturales, con un sector agropecuario que genera el 78% de las exportaciones. En 2017, los principales productos de exportación agroindustrial fueron la carne bovina (21%), celulosa (19%), soja (17%), lácteos (8%) y arroz (6%) (Uruguay XXI, 2018).

Este sector, que es la base de la economía, está generando externalidades, como la concentración en la tenencia de la tierra, la migración de la población rural que hoy es apenas el 5%, y el deterioro ambiental que se refleja en la erosión del suelo, la pérdida de ecosistemas y la contaminación del agua por el uso de agroquímicos.

Actualmente, Uruguay se plantea intensificar la producción agropecuaria, con herramientas como la recientemente aprobada Ley de Riego, que permitirá ampliar aún más la frontera agrícola. Para los próximos años es de esperarse una mayor presión sobre el ambiente y en especial sobre la conservación de los paisajes naturales.

En cuanto al SNAP, el 94% de su superficie son tierras privadas, lo que implica que su gestión requiera de un fuerte proceso de negociación y acuerdos con los propietarios de las tierras, además de los gobiernos locales que tienen implicancias en el ordenamiento territorial (SNAP-MVOTMA, 2015).

La escasa superficie bajo protección del SNAP y la baja conectividad de sus áreas tiene consecuencias sobre la biodiversidad. Las áreas protegidas se encuentran inmersas en paisajes altamente modificados. La expansión de los monocultivos comerciales y los sistemas de producción intensificados (en los sectores agrícola, ganadero y forestal) están haciendo que los paisajes que las rodean sean cada vez más hostiles a la biodiversidad y acentúen su aislamiento biológico.

Ante esta situación, las autoridades ambientales apuestan a que el SNAP incorpore un enfoque de paisaje. Se hace necesario trabajar con algunas actividades y sectores de la producción agropecuaria para generar prácticas más amigables con la conservación, y apoyarse en instrumentos como el ordenamiento territorial, el diseño de herramientas financieras y la planificación del uso del suelo.

En esta dirección, y en el marco del proyecto “MVOTMA/PNUD/FMAM Fortalecimiento de la efectividad del SNAP incluyendo el enfoque de paisaje en la gestión” (2015-2019) se está trabajando para generar un cambio en la forma de planificar y gestionar las áreas protegidas, de manera que se integren gradualmente a los paisajes y las actividades productivas que las rodean, con el objetivo de aumentar la superficie efectiva de conservación e incrementar su conectividad.

Este proyecto cuenta con el apoyo adicional de la cooperación francesa, para el desarrollo y territorialización de cadenas de valor sostenibles que contemplan el patrimonio natural y cultural en áreas protegidas y sus entornos. Para ello, se han seleccionado tres sectores productivos de gran potencial para generar productos y servicios diferenciados e innovadores. Estos son: la producción de carne en pastizales naturales, el turismo rural y la pesca artesanal en lagunas costeras.

Desde el punto de vista ambiental el trabajo con el sector ganadero extensivo es una buena oportunidad para evitar la reducción de los pastizales, uno de los ecosistemas prioritarios para el SNAP. El ecoturismo, basado en áreas protegidas y con las comunidades locales como protagonistas, es un gran complemento para el turismo de sol y playa en zonas costeras, que tiene una ventana temporal muy acotada a los meses de verano. A su vez, el país tiene una serie de lagunas costeras de gran valor ambiental y turístico donde la actividad pesquera sostenible es vital para el mantenimiento de los medios de vida y el patrimonio cultural asociado a las comunidades de pescadores artesanales.

Siguiendo con esta estrategia de protección de los recursos naturales dentro y fuera de las áreas protegidas, y en el marco de la Estrategia Nacional de Biodiversidad (2016-2020) y del Plan Estratégico del SNAP (2015-2020), se está elaborando un nuevo proyecto MVOTMA/PNUD/FMAM que será ejecutado entre 2019 y 2022, para fortalecer políticas de conservación de la biodiversidad y la protección de los suelos. En esta oportunidad se hará hincapié en la restauración de paisajes degradados, el mejoramiento de la conectividad entre áreas protegidas y la promoción de reservas privadas. Se promoverá el uso de mecanismos financieros para la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en paisajes productivos. Se definirán mecanismos y procedimientos para que el sector privado y organizaciones de la sociedad civil puedan adoptar incentivos como exenciones tributarias y el financiamiento y subsidios diferenciales de modo de compatibilizar la producción con la conservación. Asimismo, se trabajará para lograr la neutralidad en la degradación de las tierras en 250.000 hectáreas.

El SNAP de Uruguay es muy reciente y desde su inicio tiene una fuerte vocación por trabajar en conjunto con otros países y por recoger valiosas lecciones de la región y el mundo. En América Latina se destaca el trabajo con Parques Nacionales Naturales de Colombia, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas de Perú y el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad de Brasil, entre otros. A su vez, Uruguay es un socio muy activo en la Red Latinoamericana de Cooperación Técnica en Parques Nacionales (Redparques) integrada por 19 países. Tiene un fuerte vínculo técnico con la Federación de Parques Naturales Regionales de Francia; con España a través del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, y más recientemente ha establecido un plan de trabajo conjunto con los sistemas de parques nacionales de Sudáfrica y Mozambique.

Asimismo, las experiencias y lecciones aprendidas de Uruguay en armonizar el uso sostenible de los recursos naturales con la producción agropecuaria, será de gran utilidad para otros países que también requieran del trabajo en territorios bajo propiedad privada, para lograr sus objetivos de conservación y un desarrollo local más justo y equitativo con la participación de las comunidades como principales beneficiarias.

Referencias

Pagano Sinthia, Sans Mónica, Pimenoff Victor, et al. 2005. "An Assessment of HV1 and HV2 mtDNA variation for forensic purposes in an Uruguayan population sample". Journal of Forensic Sciences, 50: 1239-1244.

Rada Emma. 2017. Uruguay: el acceso a la tierra en un país donde el 96% está concentrada en manos privadas. Sudamerica rural. La Paz, Bolivia.

Uruguay XXI. 2017. Procesos de inversiones y exportaciones. Oportunidades de inversión. Agronegocios. 46pp.

Sans Mónica 2009. Raza, adscripción étnica y genética en Uruguay. Runa v.30 n.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

SNAP-MVOTMA, 2015. Plan Estratégico 2015-2020. Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Uruguay. Dirección nacional de Medio Ambiente. Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. 66pp.

SNAP-MVOTMA, 2018. 10. Primera década del SNAP. Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Dirección Nacional de Medio Ambiente. Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. 149pp.

[1] Este proceso tuvo el impulso del proyecto “MVOTMA/PNUD/FMAM Fortalecimiento del proceso de implementación del SNAP en Uruguay” (2006-2014), implementado por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA). Posteriormente, el SNAP fue institucionalizado a través de la creación de la División Sistema Nacional de Áreas Protegida en la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) del MVOTMA.

 

Ubicación de las 15 áreas protegidas del Sistema Nacional de Areas Protegidas de Uruguay.