“Muy pocos medios entienden el tema de la no discriminación y la igualdad de género”

Elizabeth Salazar y Marco Garro ganaron el premio a mejor Reportaje Nacional en los premios organizados por IPYS, con el apoyo del PNUD.

5 de Marzo de 2024

 

El 31 de mayo de 1989, durante el conflicto armado interno en Perú, integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) ingresaron al bar Las Gardenias en la ciudad de Tarapoto y asesinaron a ocho personas LGTBIQ, alegando que eran “lacras sociales”. Desde entonces, cada 31 de mayo se conmemora el Día Contra los Crímenes de Odio en Perú. Pero este caso está lejos de ser el único. 

Conversamos con Elizabeth Salazar y Marco Garro sobre su reportaje, el cual muestra la violencia que sufrió el colectivo LGTBIQ durante este periodo. Con este trabajo, ganaron la categoría Reportaje Regional en los Premios Nacionales de Periodismo, organizado por el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), en alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).  

El apoyo a este premio al periodismo regional se da en el marco del trabajo que viene realizando el PNUD para promover la libertad de expresión, la prensa independiente y la visibilización de la problemática de poblaciones vulnerables.   

ES: Elizabeth Salazar 

MG: Marco Garro 

¿Cómo surge su interés por la comunidad trans en la Amazonía peruana? 

MG: En mi caso, hace unos 12 años estaba trabajando en temas de minería ilegal en La Pampa, en Madre Dios, ahí conocí la dinámica de los bares y los prostíbulos, en donde no existe ningún tipo de regulación y donde abunda la trata de personas, entre ellas, personas trans, que son explotadas sexualmente. Me di cuenta de que había muchas historias que no se estaban contando y me interesé más por las personas trans en la Amazonía, ahí conocí a Elizabeth, que también investigaba los mismos temas. 

ES: Empezamos a trabajar juntos y, en 2018, publicamos un reportaje sobre trata de personas trans en la Amazonía. Haciendo este trabajo conocimos que había muchas agrupaciones de personas de esta comunidad. Las dirigentes y líderes nos comentaron lo que había ocurrido en los 80, durante los años del terrorismo, y cómo ese periodo de violencia había marcado su vida. El caso “Las Gardenias” es el más conocido, pero ese está lejos de ser el único caso en que personas de la comunidad LGBTIQ sufrieron la represión de grupos subversivos. 

Foto: Marco Garro

 

¿Por qué hay tan poca información sobre los crímenes contra personas LGBTIQ durante los años del conflicto armado interno?  

ES: La problemática de las minorías sexuales y la importancia del enfoque de género son preocupaciones que recién han cobrado fuerza en los últimos años, y más en países tan conservadores como el Perú. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) es del año 2003 y para ese momento hubo sesiones de trabajo y se escuchó a las víctimas del conflicto, pero eso no pasó con la comunidad LGBTIQ y no hubo una comisión de trabajo solo para esas personas.  

No se hizo una sección especial en el informe y no hubo comisiones de trabajo que buscaran exclusivamente estas historias. De hecho, la inclusión de los casos de personas LGBTIQ en el informe de la CVR fue porque los miembros de la Comisión fueron invitados a una ceremonia que hizo el entonces Movimiento Homosexual de Lima como una especie de ceremonia para los caídos, para la gente que había sido víctima, y en ese marco es que conmemoran el caso Las Gardenias. Es allí donde se enteran de lo que había pasado y les piden a sus comisionados que revisen en los nombres que tenían si alguno podía coincidir. 

Algo que llama la atención es que efectivamente sí figuraban estas personas, pero estaban con los nombres que les pusieron al nacer, no con los nombres que revelan su identidad de género; por lo tanto, era imposible para ellos darse cuenta de primera mano si había víctimas LGBTIQ.  

¿Cómo fue aproximarse a estas historias desde lo periodístico y retratar a sus entrevistados sin caer en estereotipos? 

MG: Fue un desafío porque hablábamos con personas que tenían historias de vida muy fuertes. La comunidad trans ha sufrido un pasado de mucha violencia durante el terrorismo y en muchos casos preferían dejar atrás esa parte de su vida, ya no recordar o volver a esos episodios. Hicimos un acompañamiento con ellas para que nos cuenten lo que habían pasado de la forma y en los tiempos que necesitaran, muchas veces se quebraban al recordar lo que les había pasado a ellas y sus compañeras.  

Creo que de alguna forma la fotografía puede llegar a ser terapéutica. Cuando ellas ven sus fotografías entienden mejor lo que les ha pasado, de alguna forma eso ayuda a curar lo que se guarda adentro. He sentido eso en ellas al hacer este reportaje.  

Foto: Marco Garro

 

Algo que mencionan en su reportaje es que los prejuicios y el rechazo del grupo terrorista Sendero Luminoso hacia las personas LGBTIQ era compartido incluso por la familia de las víctimas. 

ES: Eso es algo particularmente fuerte, cuando hemos buscado testimonios de familiares de personas trans que fallecieron durante el periodo de terrorismo, así como en otros contextos de violencia, encontramos que las familias no querían recordar eso porque sentían un enorme estigma de tener un familiar de esa comunidad, sentían vergüenza de tener a alguien cercano que sea homosexual o trans y por eso no presentaban denuncias por sus desapariciones o muertes.  

Hay un caso en particular que recuerdo, sobre la muerte de una dirigente de la comunidad trans que había sido asesinado a martillazos. Conversé con su hermana, pero ella se refería a esta persona con el nombre que le asignaron al nacer, que era de hombre y que no correspondía a su identidad de género.  

En esa entrevista ella insistía en que su familiar no era una persona trans si no que “había rumores malintencionados”. De hecho, en su tumba habían puesto una imagen de cuando tenía 20 años y luce saco y corbata, cuando se trataba de una mujer trans asesinada a los 60 años y cuya apariencia física había cambiado radicalmente. 

¿Qué diferencian encuentran entre el periodismo en Lima y el que se realiza en regiones, en especial en la Amazonía? 

ES: Hacer periodismo desde y sobre las regiones es complicado porque el día a día consume la mayor parte del tiempo y hay muy pocos colegas que tienen posibilidades de hacer investigaciones más de fondo, debido a que tienen contratos laborales muy precarios, tienen que trabajar en dos tres medios a la vez, así se hace muy difícil hacerlo sostenible.  

Otro desafío es que a muchos medios de comunicación y periodistas les hace falta una mayor concientización sobre el estigma y la problemática LGBTIQ. Cuando hacíamos la investigación para nuestro reportaje, encontramos que son muy pocos los medios que entienden el tema de la no discriminación y la igualdad de género, pues muchos de ellos replicaban estereotipos o abordaban el tema de forma muy superficial.  

¿En regiones están expuestos a riesgos particulares? 

ES: Sí, existen múltiples riesgos, nosotros hemos podido viajar a Pucallpa a investigar temas de minería ilegal, de contrabando o de pistas de aterrizaje clandestinas, eso implica hacer frente a diferentes economías ilegales. Esto se agrava más si vives y ejerces el periodismo en las regiones, pues estás en contacto con personajes que pueden estar inmersos en actividades ilícitas. Es mucho más peligroso para el periodista local y eso es lo que nos cuentan también los periodistas de allí.  

Existe un profundo miedo a publicar cierta información, porque no tienen un respaldo legal de sus empresas, ni nadie que les asegure que se respete su integridad física. Es así que para estos medios y periodistas la clave está en el trabajo colaborativo o en alianzas. 

Foto: Marco Garro

 

Los amedrentamientos pueden ir más allá que una querella… 

ES: Exacto, pues en regiones no solo hay hostigamientos judiciales, como que te manden cartas notariales, sino que muchas autoridades pueden estar implicadas, así que te pueden hacer seguimiento y enviarte amenazas directas en redes sociales o en WhatsApp. 

Para obtener visibilidad y difusión, para las y los periodistas ya no es solo necesario saber investigar 

ES: Así es, el/la periodista regional y, en general, aquel que quiere hacer investigación, ya no sólo tiene que escribir y entrevistar a sus fuentes, tiene que ser también administrador de sus propias historias, de sus fondos y de sus resultados. Hay algunas iniciativas de medios regionales como Buena Pepa, algunos de los cuales fueron también nominados a los premios de IPYS.  

Muchas veces nos encontramos con medios compuestos por dos o tres colegas que están intentando llevar adelante sus proyectos, pero siempre el reto es hacerlos sostenible económicamente. Sin fondos y sin una dirección o experiencia detrás, pues las iniciativas no pasan del primer año.  

Foto: Marco Garro

 

Es necesario buscar fondos fuera de los medios de comunicación 

ES: Conseguir los fondos para hacer investigación es un trabajo tedioso. En el caso de los periodistas regionales hay el desafío de que no se tiene la experiencia para saber dónde buscar estos apoyos, cuáles son las puertas nacionales e internacionales que se pueden tocar. Puede haber muy buenas ideas y las historias están allí para que sean contadas y retratadas, pero se debe saber diseñar un proyecto y presentarlo a quienes realmente les puede interesar, pues a la mayoría de los medios no les interesa financiar un proyecto, solo pagar por un trabajo ya terminado, y si este es sobre temas sociales es más difícil aún.  

¿Qué alternativas tienen las y los periodistas regionales para impulsar proyectos de investigación en temas sociales como el que han hecho ustedes? 

MG: Un desafío que hay en el periodismo peruano, y en particular en el de las regiones, es que los medios no apuestan por historias sociales como las de las personas trans o comunidades vulnerables. Entonces creo que el camino a seguir es el del periodismo independiente y buscar generar plataformas propias que permitan dar difusión. En el caso de La Voz Ucayalina (medio en el que se publicó la historia ganadora), apostaron por nosotros para publicar una de nuestras historias que se ubicaba en Ucayali, pero es uno de los pocos medios que se atreve a dar cabida a una historia así.  

Nosotros financiamos nuestros propios espacios como Crímenes silenciados, en donde se puede leer el especial completo de nuestro trabajo en la Amazonía, el cual además es multimedia. 

Foto: Marco Garro