Explorando rutas hacia un crecimiento inclusivo y sostenible

Por Carlos De Los Ríos, Economista en PNUD Perú

18 de Septiembre de 2023

 

A la crisis global que desató la pandemia COVID-19, se le han sumado otras crisis, como la guerra en Ucrania y la crisis climática, que nos ha dejado un mundo con mayores niveles de pobreza, desigualdad e inseguridad alimentaria. A esta situación se le añade la fuerte presión sobre los recursos naturales y la acumulación de gases efecto invernadero, que amenazan la sostenibilidad ambiental de nuestro planeta. Este escenario de crisis socioeconómica y ambiental nos plantea la pregunta sobre si es posible encontrar soluciones que nos permitan aumentar el bienestar y reducir las desigualdades, a través de mecanismos sostenibles ambientalmente. 

Después de más de tres años consecutivos de crisis, muchos países buscan promover la creación de empleo y la generación de ingresos enfocando sus esfuerzos en el crecimiento económico que les es posible obtener, y que puede estar alejado del crecimiento que quisieran lograr; uno que tenga un carácter inclusivo, que sea ambientalmente sostenible y que a su vez permita importantes ganancias de productividad. 

La Agenda 2030 nos propone un marco que nos puede ayudar a afrontar estos desafíos. Esta agenda está formada por un conjunto de 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que apuntan a "la erradicación de la pobreza, la protección del planeta y asegurar la prosperidad para todos"1. Una de las grandes ventajas de este marco es que los ODS nos plantean una visión sistémica para alcanzar bienestar y la prosperidad de una manera sostenible, en la que todos los objetivos están interrelacionados, y donde un cambio en un ODS, afecta necesariamente a otros ODS. Es en este contexto, que el PNUD ha desarrollado un conjunto de herramientas que permiten identificar la combinación de políticas que tengan el máximo potencial para acelerar la salida de la crisis, a la vez que se construyen nuevas alterativas de desarrollo forjadas sobre un crecimiento inclusivo y sostenible. El Integrated SDG Insights se construye a partir del análisis intensivo de datos cuantitativos y cualitativos, machine learning, mapeo de interrelaciones y la generación de escenarios futuros, para producir un documento específico para cada país, con recomendaciones de políticas a priorizar. 

El Integrated SDG Insights tiene cuatro componentes clave. El primero, busca identificar los retos y oportunidades de crecimiento de la economía, su nivel de dependencia de las emisiones de carbono, y qué tanto este crecimiento se traslada en reducción de la pobreza. El segundo busca, por un lado, identificar el progreso en los indicadores de los ODS; y, por otro, busca identificar las prioridades de gobierno a través de un análisis de los principales documentos de política de cada país. El tercer componente, mapea las sinergias y compensaciones entre los ODS más relevantes para cada país y define las opciones de políticas entre aquellas con mayor efecto multiplicador, ofreciendo proyecciones de escenarios posibles. Finalmente, el último componente, hace un análisis fiscal del país para identificar opciones de estímulos financieros para acelerar el progreso. 

Esta herramienta se ha trabajado con más de 90 países en el mundo para generar información a nivel nacional, regional y global y explorar sobre los principales aceleradores para el logro de los ODS, de cara a la cumbre de los ODS. 

El Perú participó activamente del Integrated SDG Insights, luego de ser uno de los cinco países que formó parte del piloto global del SDG Push, una herramienta con objetivos similares, que precede al Integrated SDG Insights. El SDG Push se caracteriza por el alto nivel de consulta con representantes del gobierno sobre las prioridades de política para el país, que luego a través del uso de modelos de equilibrio general y micro-simulaciones, permitió cuantificar el impacto de estas políticas en diversos indicadores de los ODS. 

 

 

En las últimas dos décadas el Perú ha tenido una de las tasas de crecimiento más altas de la región que han permitido mejorar el acceso a servicios básicos e infraestructura y lograr una importante reducción de la pobreza. Sin embargo, este crecimiento no ha permitido superar las enormes brechas territoriales y entre grupos, tanto en términos de cantidad, como de calidad de los servicios públicos básicos; y no ha logrado traducirse en una mayor acumulación de activos productivos para los segmentos más pobres de la población, hecho que se evidencia en la precariedad del mercado laboral.

La pandemia por COVID-19 puso en evidencia la fragilidad de los progresos sociales y económicos alcanzados en las últimas dos décadas, generando un fuerte retraso en materia educativa, de salud y de generación de ingresos de los hogares. En efecto, los principales efectos de la pandemia en los ingresos de los hogares, se transmitieron a través del mercado laboral, donde se evidenciaron los problemas estructurales asociados a un alta informalidad y baja productividad. A pesar de la rápida respuesta del gobierno para mitigar los efectos de la pérdida de empleo e ingresos, éstos fueron de alcance limitado, generando una contracción de la economía de 11%, un retroceso en la lucha contra la pobreza, que aumentó a niveles similares a los de una década atrás alcanzando a poco más de 9 millones de peruanos, complejizando aún más las enormes desigualdades sociales y económicas en el país.  

A la pandemia le sucedieron otras crisis tanto internas (crisis política) como externas (fenómeno El Niño, inflación), que han generado un escenario de incertidumbre para el cual las familias en condición de pobreza y vulnerabilidad no cuentan con los recursos y capacidades necesarias para hacerles frente. Más aún, se espera que, en el corto plazo, el ciclo de crecimiento de nuestra economía sea moderado, muy por debajo de los niveles prepandemia, por lo que el espacio de políticas públicas para lograr cambios en la economía es limitado. En tal sentido, tanto el Integrated SDG Insights, como el SDG Push, nos muestran un conjunto de políticas públicas que nos permitan no solamente recuperarnos de los fuertes efectos de la pandemia, sino que nos permitan forjar un futuro más resiliente para todos los peruanos, sin que quede nadie atrás. 

 

 

Los resultados de este proceso nos plantean los siguientes objetivos prioritarios tomando como referencia los indicadores de los ODS, caracterizados por su alto efecto multiplicador y que nos permitirán salir de la crisis y acelerar el logro de los ODS:

  1. Reducción de la pobreza y fortalecimiento de la resiliencia de hogares pobres y vulnerables (ODS 1.5). Una de las vías para la reducción de la pobreza en el mediano y largo plazo es aumentar la inversión pública en la provisión de infraestructura básica - en particular en telecomunicaciones, energía y transporte -, que permitan mejorar el acceso a la salud, la educación y a los mercados de bienes, servicios y factores (empleo).  
  2. Lograr la cobertura universal de salud (ODS 3.8), a través de un aumento de la inversión pública en infraestructura, que permita servicios de salud de calidad para todos, en particular en las zonas con menor densidad de centros de salud. El efecto multiplicador de la salud, sobre todo en menores, permitirá mejorar los resultados educativos, los niveles de productividad, reducir la pobreza y reducir las inequidades.
  3. Mejorar la calidad educativa (ODS 4.1, 4.2), a través de un aumento de la inversión pública en infraestructura, conectividad educativa, así como en la mejora de la calidad de los docentes, que tenga un correlato con una mayor inversión que permita un aumento de la demanda laboral. Las inversiones en educación, si bien tienen un efecto en el mediano plazo en diversos indicadores, no son eficientes si es que no se genera la demanda suficiente para absorber el capital humano que se forma.  
  4. Lograr el empleo productivo y de calidad para todos incluyendo a los jóvenes, mujeres y personas con discapacidad (ODS 8.5). Las simulaciones nos muestran que la inversión en infraestructura básica (telecomunicaciones, energía y transporte) permite mejorar el mercado laboral (menor subempleo y quizás menos informalidad), a través de la mejora de la conectividad y el acceso a mercados. Los efectos sinérgicos de este tipo de inversiones, potencia los impactos de la inversión en salud y educación, al facilitar la accesibilidad.
  5. Promover la industrialización inclusiva con impactos mínimos en el medio ambiente (ODS 9.2, 9.4). Políticas que promuevan la industrialización tienen un alto impacto en la creación de empleo y en la formalización del mercado laboral, a su vez que promueven distintos sectores intensivos en mano de obra, como el agropecuario (agroindustrias).  
  6. Desarrollar instituciones transparentes, efectivas y responsables (ODS 16.6). Es justamente esta intervención la que tiene un mayor efecto multiplicador sobre la mayoría de los ODS. Las instituciones deben ser fortalecidas para que puedan asegurar la provisión de bienes y servicios de calidad a la población más necesitada. Mejoras en la eficiencia institucional, tiene importantes efectos en la productividad, ya que permite mejorar la calidad del gasto público.

     

Las recomendaciones del SDG Push nos plantean que la inversión pública se concentre en sectores estratégicos como la salud, educación e infraestructura sostenible, y crezca a un ritmo de 6.7% anual, y que se promueva la mejora de la eficiencia del gasto público. Estos cambios en la estrategia de la inversión pública permitirán importantes logros sociales y económicos muy por encima de las expectativas actuales: se lograría aumentar el crecimiento de la economía en 0.7 puntos porcentuales adicionales, a la vez que permitiría reducir la tasa de desempleo entre los más jóvenes en casi 12%, reduciría significativamente la pobreza al 2030 hasta dejándola en 17%, prácticamente eliminaría la malnutrición infantil y mejoraría la calidad educativa, duplicando el porcentaje de los alumnos de segundo grado de primaria con un nivel satisfactorio en las pruebas de matemáticas, entre otros.

 

 

Las múltiples crisis que hemos vivido nos obligan a buscar nuevas formas de crecimiento y distintas estrategias para hacer frente a los enormes retos ambientales, sociales y económicos que tenemos como país. Citando a Achim Steiner, el Administrador del PNUD, “la resiliencia, el bienestar y la sostenibilidad son tres pilares fundamentales para el desarrollo humano. Los ODS son los catalizadores que permiten el crecimiento inclusivo con baja huella de carbono”.