Además, Anna es miembro de la Red de Jóvenes para la Acción Climática en Paraguay y durante varios meses de este año participó de la propuesta formativa “Operación COP2022. Jóvenes Paraguayos Embajadores por el Clima”, iniciativa que fue impulsada en colaboración con la Embajada Británica en Asunción, The Climate Reality Project América Latina, UNICEF y el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES).

Aparte de haber sido seleccionada para tan importante representación en la COP 27, Anna tiene una trayectoria y un trabajo activo en organizaciones de pueblos indígenas que trabajan por el cumplimiento de los derechos fundamentales de las comunidades y pueblos de Paraguay. Es así que es una de las fundadoras y actual presidenta de la Unión Juvenil Indígena en el Paraguay, en los periodos 2018- 2020 y del 2021-2023. Además, es miembro directivo de la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna (ANIVID).

Respecto a cómo ve el liderazgo de las mujeres indígenas, responde que siempre ha sido matriarcal, “porque en nosotras está la responsabilidad de toda una cultura, también de preservar el idioma de nuestro pueblo, de ser custodias de la alimentación, del territorio y de los saberes medicinales. La cuestión política es más desde esa perspectiva, no tanto así político como se conoce en el mundo no indígena”, explica.

“Si no tenemos tierra y territorio no podemos hablar de vida”

Por otra parte, señala que el aporte de las mujeres indígenas a la lucha contra el cambio climático es clave, y se puede describir desde tres perspectivas: desde la tierra, el territorio y la vida. “Sin tierra no hay territorio. Y dentro de este territorio está la visión de la mujer indígena y sus aportes de preservar la medicina tradicional, los conocimientos ancestrales, la artesanía indígena, la alimentación relacionada directamente a las semillas nativas.

Que, si no las cuidamos fuertemente, no podremos hablar ni de medicina, ni de alimentación, y eso engloba toda la parte territorial. Dentro del territorio se cuida mucho todo. Y la vida es la que une tierra y territorio, si no tenemos tierra y territorio, no podemos hablar de vida, porque en eso se engloba lo que es la existencia de la población indígena”, agrega.   

Comparte, que es fundamental que las mujeres indígenas estén en la política. Porque en ellas está todo lo relacionado a la preservación, el conocimiento, la cultura, el idioma, la vida misma. “Es importante que dentro de los programas políticos y en los mismos poderes del Estado tengan en cuenta la visión de la mujer indígena, ello será fundamental para nuestra sobrevivencia en el presente y futuro”, dice.

Respecto a las dificultades que enfrentan las mujeres pertenecientes a los diferentes pueblos indígenas en Paraguay, nombra la falta de oportunidades, pero “por sobre todo y fuertemente la discriminación y el racismo. No solo hacia mujeres, sino hacia los pueblos indígenas en general. En todos los ámbitos. No nos aceptan, no aceptan que existan pueblos indígenas en el país. Una falta total de aceptación y respeto de nuestra existencia”.

En contrapartida, Anna señala que uno de los sueños que tiene como mujer indígena es defender la existencia de los pueblos indígenas, “porque en los últimos meses, y año hemos sufrido muchos desalojos, y somos las mujeres quienes nos convertimos en la barrera protectora de nuestra gente”, señala.

Y por último, indica que hablar hoy en día de sueños significa llegar a cumplir los demás fines que tienen como naciones indígenas: “tener una vida digna, tener tierra y territorio; y proteger las prácticas y conocimientos ancestrales que hasta hoy seguimos resguardando”.