Desarrollo de sistemas alimentarios locales sostenibles

En la última década, el PNUD ha promovido nuevos enfoques y metodologías, así como el empoderamiento de los gobiernos locales y el fortalecimiento de capacidades productivas sostenibles e inclusivas para favorecer la descentralización de las competencias en la gestión de sistemas alimentarios locales. En 2020 se comienza a impulsar el enfoque de sistemas alimentarios sostenibles, resilientes y con equidad, centrados en la nutrición.  

Se ha avanzado en la determinación de las necesidades locales desde un diagnóstico de la situación nutricional de la población de cada territorio y de las capacidades locales para responder a las brechas existentes. Se ha contribuido de este modo a la transformación que impulsa el país del esquema de una meta igual de producción y consumo para cada municipio y se ha abierto la capacidad para diseñar sistemas alimentarios locales diversos en función de una estrategia descentralizada de desarrollo municipal, por medio de la integración de tres componentes: transformación productiva, sostenibilidad ambiental y energética y desarrollo humano (salud e inclusión).

A inicios de la década, el PNUD acompañó al país en la entrega de tierras ociosas para la producción agropecuaria. Esta política nacional permitió la incorporación de personas como usufructuarias de tierras a la producción de alimentos. (2009-2013). Se institucionalizó la primera certificación de calidad en reconocimiento a la gestión empresarial con enfoque de género: IGECSA (2013).  

 

 

El proyecto ALASS ha apoyado la diversificación del componente nutricional de las dietas, atendiendo a las demandas de los sectores más vulnerables y las potencialidades locales.

Se ha incentivado la inserción del enfoque cadenas de valor en el sector agroalimentario cubano para disminuir las importaciones de granos, leche, carne y pulpas de frutas (2013-2023). En ese sentido se diseñó una metodología aplicable a Cuba y se han realizado estudios y estrategias para el desarrollo de siete cadenas de valor (frijol, maíz, leche, papaya, guayaba, mango y carne vacuna). Asimismo, se ha contribuido a la modernización tecnológica para la agregación de valor, con la instalación de la primera planta para el secado y beneficio de frijol y maíz usando biomasa en Yaguajay (2018); la pasteurización de leche en Sancti Spíritus (2018); y la instalación de líneas de procesamiento con cocción al vacío para frutales (2023).

Además, se ha apoyado la producción agropecuaria sostenible mediante el impulso a la agroecología, el manejo sostenible de tierras y el uso sostenible de la biodiversidad.