Un subibaja: El crecimiento económico en América Latina y el Caribe

19 de Febrero de 2024

 

Las economías de América Latina y el Caribe (ALC) se caracterizan no solo por un bajo crecimiento, en comparación con otras economías emergentes, sino también por fluctuaciones significativas inducidas por choques externos. Este #GraphForThought explora la volatilidad económica en la región y su impacto en los resultados de desarrollo.

Al comparar las tasas de crecimiento alrededor del mundo, observamos que el crecimiento económico en ALC sigue las fluctuaciones globales; sin embargo, las contracciones son más pronunciadas, al igual que la recuperación. La siguiente gráfica muestra que los choques como la crisis financiera de 2008-2009, la caída en los precios de los commodities en 2014-2015 y la pandemia de COVID-19 en 2020 afectaron el Producto Interno Bruto (PIB) de todos los países del mundo, pero las oscilaciones en las economías de ALC fueron significativamente más pronunciadas.

 

 

Para explorar más este fenómeno, evaluamos la volatilidad observando la desviación estándar de la tasa de crecimiento real del PIB. La desviación estándar es una medida de variabilidad que cuantifica los cambios de un año a otro en el crecimiento en relación con el promedio en cada período. Lo que observamos en la siguiente gráfica es que la volatilidad es significativamente mayor en ALC, en comparación con el mundo o las economías avanzadas, en cualquier período analizado. Después de la pandemia de COVID-19, por ejemplo, la volatilidad en América Latina y el Caribe fue 1.4 y 1.5 veces mayor que en las economías avanzadas y el promedio mundial. Incluso entre 2000 y 2009, cuando las crisis financieras afectaron particularmente a las economías avanzadas, la desviación estándar del crecimiento es más alta en ALC que en el resto del mundo.

 

 

Entonces, ¿por qué nos importa esta volatilidad? En primer lugar, porque se asocia con reducciones del crecimiento a largo plazo, disminución del consumo, ahorro e inversión (Loayza et al. 2007CEPAL, 2014). En segundo lugar, perjudica la ya baja productividad en la región (Cariolle, 2012). Por último, los choques transitorios tienen efectos permanentes en la acumulación de capital humano. Una amplia base de literatura proporciona evidencia de que las recesiones económicas tienen impactos negativos en la mortalidad infantil, la educación y la pobreza. Incluso cuando los países se recuperan, la acumulación de capital humano de cohortes específicas queda permanentemente dañada (Fernandez and Lopez-Calva, 2010). 

La resiliencia de los países está estrechamente relacionada con la solidez de sus instituciones y políticas económicas. Factores clave, como el grado de diversificación económica, la capacidad para implementar políticas públicas contra-cíclicas, la madurez de las instituciones financieras y la calidad de la gobernanza, determinarán la volatilidad del crecimiento. ALC ha avanzado significativamente en el establecimiento de instituciones que mitigan el impacto de los choques económicos externos en las últimas décadas. Bancos centrales sólidos y política monetaria, por ejemplo, han reducido el impacto de las recientes presiones inflacionarias. Sin embargo, es necesario hacer más para resistir los choques sin revertir el progreso en el desarrollo. Fortalecer los sistemas de protección social, promover políticas fiscales y monetarias coherentes con el ciclo económico y diversificar los sectores productivos son aspectos clave para construir resiliencia contra adversidades futuras.