Declaración del Administrador del PNUD, Alexander De Croo, en ocasión del Día de los Derechos Humanos
10 de Diciembre de 2025
El Día de los Derechos Humanos no es solo una fecha en el calendario. Es un espejo. Nos pregunta quiénes somos, a quiénes defendemos y qué nos negamos a ignorar.
Hace unos años, conocí a un grupo de valientes mujeres en un campamento de desplazados. Habían soportado la opresión y la violencia sexual, intentos brutales de borrar su capacidad de actuación. Sin embargo, conversaron conmigo no como víctimas, sino como artífices de su propio futuro, sacando fuerzas de las cicatrices que el mundo a menudo se niega a ver.
Su dignidad, su determinación, su negativa a dejarse definir por lo que les habían hecho, siguen guiándome. Me recuerdan que los derechos humanos no son principios abstractos. Son realidades vividas: se respiran y se reconstruyen día tras día.
En todo el mundo, más de 120 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Unos 4.000 mil millones de personas, la mitad del planeta, carecen de cualquier forma de protección social real. Una de cada tres mujeres será objeto de violencia a lo largo de su vida. No se trata solo de tragedias. Se trata de fracasos de nuestro coraje colectivo.
Sin embargo, todos los días, nuestros colegas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y nuestros asociados del sistema de las Naciones Unidas y de fuera de este asumen riesgos que pocas personas conocen. Negocian el paso seguro a través de las líneas del frente. Reconstruyen hogares y escuelas, antes incluso de que se haya asentado el polvo. Defienden a los defensores: los activistas, los periodistas, los líderes comunitarios que mantienen una posición firme entre la justicia y el miedo.
Sus actos revelan una simple verdad: los derechos humanos no son una opción más en tiempos de paz. Son los cimientos de la estabilidad, el desarrollo y la confianza. Cuando los líderes silencian la disidencia o excluyen a comunidades, debemos afirmar claramente: el desarrollo sin derechos es inestabilidad encubierta.
Por eso, en cada política que ayudamos a redactar y en cada programa que ejecutamos, quiero que nos preguntemos:
¿Protegerá a mujeres como las que conocí ese día?
¿Aumentará su libertad?
¿Honrará el coraje de los defensores de los derechos humanos?
Si la respuesta es no, debemos volver a empezar.
El PNUD no se quedará al margen. Apoyaremos a los Gobiernos que estén dispuestos a optar por la justicia y nos opondremos —de forma respetuosa, constructiva, pero inequívoca— cuando se anteponga el poder a las personas.
Seremos claros:
La justicia climática es un derecho humano.
El acceso digital es un derecho humano.
La igualdad no es un favor que se otorga, es una obligación que se debe cumplir.
Por eso, hoy les presento tres compromisos que asumo en nombre del PNUD:
Primero: apoyaremos a los protectores.
Apoyaremos a los defensores de los derechos humanos, el espacio cívico, los medios de comunicación independientes y los sistemas de justicia dirigidos por la comunidad.
Segundo: pondremos los derechos en el centro de la financiación para el desarrollo.
Por cada dólar que movilicemos preguntaremos no solo qué permitirá construir, sino también a quién empoderará y a quién dejará atrás.
Tercero: hablaremos con claridad moral.
La imparcialidad nunca debe ser una excusa para el silencio.
Cuando la dignidad se vea amenazada, la defenderemos.
Cuando falte la voluntad política, la exigiremos y colaboraremos con los Gobiernos para ayudarlos a cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos.
El Día de los Derechos Humanos no trata de lo que celebramos.
Trata de lo que elegimos.
Y les pido a todos—Gobiernos, asociados, ciudadanos— que elijan con nosotros.
Financien el trabajo. Protejan el espacio. Defiendan a los defensores.
Porque el mundo está escuchando y la historia está tomando nota.