Inspírate, pero sé humilde

La misión del PNUD para combatir el racismo en los programas de desarrollo

20 de Marzo de 2023

#CombateElRacismo es una campaña de las Naciones Unidas para eliminar todas las formas de discriminación racial.

Foto: ONU

El 21 de marzo se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. Se proclamó en 1966, seis años después de que la policía matara en Sharpeville (Sudáfrica) a 69 personas en una manifestación pacífica contra las leyes aprobadas del apartheid. Desde entonces, se ha desmantelado la segregación racial en Sudáfrica y se han adoptado una serie de normas internacionales para reafirmar que los derechos humanos y las libertades fundamentales son inherentes a todas las personas por igual. 

A pesar de los progresos realizados en la creación de marcos legales que prohíben la discriminación racial y el establecimiento de mecanismos de supervisión y rendición de cuentas, el racismo sigue siendo una realidad extensa que prevalece y se manifiesta en muchas acciones o precisamente en la falta de estas. Empieza por instalarse en la conveniencia de la ignorancia cuando se rechaza la existencia del racismo o se niegan sus efectos nocivos para el progreso y el desarrollo. Este fenómeno también se esconde detrás de políticas deliberadas que empujan a los miembros de una misma comunidad racial o étnica a una zona o localidad concreta con servicios educativos, sanitarios y sociales de mala calidad, culpando de ello a una serie de accidentes espontáneos impulsados por prejuicios y elecciones personales (disponible en inglés). 

Como mujer gitana de Szekszárd, una pequeña ciudad húngara, siempre supe que era privilegiada por el hecho de que mis padres pudieron proporcionarme una educación adecuada y aspiraciones a una buena vida. Sin embargo, cuando me despidieron de mi puesto de trabajo a los 21 años, precisamente por mi origen gitano, me comprometí de por vida a desafiar y luchar contra el racismo. A los 30 años, fui nombrada Relatora Especial de la ONU sobre cuestiones de las minorías y, unos años más tarde, miembro y relatora del Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD).

Siempre me ha perturbado examinar los datos desglosados sobre pobreza -cuando existen- y los informes sobre la exclusión política, social y económica por grupos de población y reconocer que son sistemáticamente las minorías, los pueblos indígenas, los afrodescendientes, las castas desfavorecidas y otros grupos racializados, y especialmente las mujeres de estas comunidades, quienes se encuentran en la parte más desfavorecida de estas estadísticas, desde hace varias décadas, de forma constante. La misma publicación del PNUD "Índice de Pobreza Multidimensional global 2021: desvelar las disparidades de etnia, casta y género” destaca muchas de estas tendencias. Dicho estudio, muestra, por ejemplo, que en siete de los 11 países latinoamericanos examinados, los grupos indígenas eran los más pobres o que cinco de cada seis personas en situación de pobreza multidimensional en la India viven en hogares cuyo cabeza de familia pertenece a una tribu, casta u otra clase catalogada como desfavorecida. 

En el marco de desarrollo, el Objetivo Mundial 10.3 se compromete a garantizar la igualdad de oportunidades y reducir las desigualdades de resultados, mediante, entre otras cosas, la eliminación de leyes, políticas y prácticas discriminatorias y la promoción de legislación, medidas y acciones encaminadas a tal fin. Sin embargo, cuando las poblaciones se ven cada vez más rezagadas, resulta cada vez más difícil cumplir nuestra promesa de no dejar a nadie atrás. El racismo obstaculiza el progreso en todos los ámbitos en los que operamos, desde la prevención de conflictos a la consolidación de la paz, desde los desplazamientos al acceso a la justicia, desde la deforestación a la salud, desde la igualdad de género a la gobernanza. En mi calidad de Relatora Especial, preparé un informe para el Consejo de Derechos Humanos "Garantizar la inclusión de las cuestiones de las minorías en las agendas de desarrollo post-2015" (disponible en inglés), para poner de manifiesto cómo se marginaba a las personas pertenecientes a estos grupos. Presenté recomendaciones sobre cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) deberían ser más inclusivos. Sin embargo, las minorías ni siquiera fueron mencionadas y los ODS, metas e indicadores permanecieron "inquietantemente silenciosos sobre la erradicación del racismo sistémico y la discriminación racial y étnica, que constituyen barreras globales para el desarrollo humano y el cumplimiento de los derechos humanos a lo largo de toda la vida" (disponible en inglés).

 

El racismo obstaculiza el progreso en todos los ámbitos en los que operamos, desde la prevención de conflictos a la consolidación de la paz, desde los desplazamientos al acceso a la justicia, desde la deforestación a la salud, desde la igualdad de género a la gobernanza.

 

Me incorporé al PNUD en octubre de 2022 como Asesora Especial Superior en Antirracismo para ayudar a transformar al PNUD en una organización verdaderamente antirracista. A pesar de las deficiencias del marco de los ODS, creo firmemente que encierra la esperanza y la promesa de cambio y progreso para los grupos más marginados. Además, el PNUD puede estar orgulloso de las numerosas acciones llevadas a cabo para empoderar a las comunidades discriminadas. Nuestras evaluaciones externas así lo demuestran. Protegimos y promovimos los derechos de las minorías étnicas de Bangladesh y reforzamos las redes de jóvenes indígenas pertenecientes a grupos minoritarios. En el Iraq, el PNUD fomentó la resiliencia y las capacidades emocionales, y contribuyó a la estabilidad económica de las minorías yazidí, cristiana y kurda. En Viet Nam, conseguimos que hasta el 90 % de las minorías étnicas participaran en actividades de concienciación jurídica. En Bolivia, entablamos el diálogo exclusivamente con los pueblos indígenas e implantamos con éxito laboratorios en 23 comunidades indígenas vulnerables. 

Inspirados por estas prometedoras iniciativas, debemos seguir mostrándonos humildes ante la inmensa tarea que aún tenemos por delante. No existe una fórmula mágica para arreglar las mentalidades racistas y acabar con el racismo hoy y lograr un mundo igualitario mañana. Tendremos que ir paso a paso, empezar por crear colectivamente estrategias, políticas y respuestas adecuadas a los diversos retos que el racismo nos presenta. Y seamos sinceros: puede haber dificultades, especialmente a nivel regional, cuando señalamos el racismo sistémico, institucional y estructural a la vez que ofrecemos soluciones. Afrontar y abordar el racismo suele ser políticamente delicado, personalmente emotivo y sustancialmente desafiante. Por lo tanto, todos tenemos el deber colectivo indiscutible de reconocer, nombrar, cuestionar, desafiar, confrontar, atender, investigar, remediar, castigar y detener las manifestaciones racistas que nos rodean.

Este año celebramos el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), adoptada el 10 de marzo de 1948. Las conmemoraciones nos recordarán que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos y que "estamos dotados de razón y conciencia y debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros". En efecto, la DUDH nos exige que defendamos, unidos, la igualdad de derechos y las libertades fundamentales inherentes a todos los seres humanos, independientemente de nuestra raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Mi informe de evaluación sobre los actuales esfuerzos del PNUD contra el racismo en estrategias, enfoques y proyectos ofrece una visión de lo que se ha hecho hasta ahora acompañado de una serie de recomendaciones sobre qué más se puede hacer. Les invito a unirse a mí en este noble y desafiante recorrido para acabar con el racismo y la discriminación racial en los programas de desarrollo. Conjuntamente podemos encontrar y promover formas innovadoras y sostenibles de poner fin a siglos de exclusión de las comunidades marginadas y racializadas, para ofrecerles la promesa del progreso y la esperanza de un futuro mejor.