Gallina criolla: un recurso clave para la resiliencia alimentaria en Yucatán

5 de Septiembre de 2025

En Chacsinkín, Yucatán, el cacareo de las gallinas criollas acompaña la vida cotidiana de las familias mayas. Estas aves de traspatio son parte fundamental de su alimentación: el huevo es su principal fuente de proteína animal, mientras que la carne aporta sabor y tradición a la gastronomía local.

Pero, más allá de la mesa familiar, las gallinas criollas poseen una diversidad genética única. Por generaciones, las familias han seleccionado aves resistentes al clima de la región y a enfermedades.  Además, su crianza es accesible ya que se alimentan con lo que hay disponible en la milpa y el traspatio como hojas de chaya, ramón, maíz e insectos.

"La gallina criolla es de libre pastoreo, se alimenta de forma natural con hojas de espinaca, chaya y de ramón, masa y granos de maíz, e insectos que encuentran en el patio”
-Integrantes del Centro Reproductor-

Sin embargo, su conservación está en riesgo por la presión de modelos productivos industriales y los impactos del cambio climático. Los eventos climáticos extremos, como huracanes, sequías e inundaciones, afectan la disponibilidad de alimento, agua y refugio para estas aves. Al mismo tiempo, las razas comerciales, diseñadas para maximizar la producción en sistemas intensivos, desplazan a las criollas, pues muchas familias priorizan su crianza para obtener ingresos inmediatos. Además, al introducir razas comerciales, se cruzan con las criollas y diluyen sus características únicas. Esto no solo amenaza la biodiversidad, también la seguridad alimentaria de las comunidades rurales.

Conscientes de este desafío, surgió el Centro Reproductor de Gallina Criolla, conformado por 14 traspatios o solares mayas dedicados a recuperar estas aves. Allí, las familias, y en su mayoría mujeres, seleccionan, incuban y reproducen cinco biotipos de gallina criolla, cada uno con características particulares: la trámpica, que produce un huevo azul de alto valor proteico; la chaparrita, reconocida por la calidad de su carne; la pelona o cuello desnudo, la mulata y el nurillo, todas con cualidades que las razas comerciales no ofrecen.


 

“(La gallina criolla)... es resistente, fuerte, no requiere antibióticos.”
-Integrantes del Centro Reproductor-

 


Este Centro es fruto de la resiliencia comunitaria. Durante la pandemia de la COVID-19, las familias reconocieron que contar con su propia producción de alimentos era vital en medio de la pérdida de empleos. En ese contexto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México, con el apoyo de la Fundación W.K. Kellogg, impulsó la crianza de aves para asegurar la disponibilidad de alimentos y acompañó un proceso participativo con mujeres, hombres y jóvenes que vieron en la gallina criolla una oportunidad para fortalecer la economía familiar, producir alimentos sanos y conservar la diversidad genética. 

En esta nueva etapa, el PNUD brinda acompañamiento técnico y formativo a esta iniciativa comunitaria con un enfoque de adaptación al cambio climático. El trabajo se centra en ampliar el impacto del Centro Reproductor mediante la capacitación para el uso de incubadoras manuales y semiautomáticas, asegurando la reproducción de las aves ante la pérdida del instinto de encame (incubar los huevos).

 

De manera participativa, también se han diseñado y mejorado instalaciones para pollitos, aves juveniles y adultas, incorporando comederos, bebederos, nidales y perchas adecuados al clima local. Al mismo tiempo, se impulsa la organización comunitaria a través de cajas de ahorro solidarias y la consolidación de procesos colectivos que fortalezcan la sostenibilidad del proyecto.


 


La venta de estas aves y de sus huevos se realiza principalmente desde los patios de las mujeres productoras. Ellas comercializan de manera directa en sus comunidades y, cada vez más, a través de medios digitales, lo que les permite ampliar su alcance y generar ingresos adicionales para sus familias. 

 

“Quienes nos compran saben que estas aves no vienen de criaderos industriales, sino de solares mayas, donde las gallinas se mueven en libertad, bajo árboles de ramón y entre plantas medicinales”
-Integrante del Centro Reproductor-

 

Hoy, el Centro Reproductor no solo busca proveer aves y huevos a Chacsinkín y a las comunidades cercanas, sino que se ha consolidado como un espacio de intercambio de conocimientos y de aplicación de manejos técnicos mejorados para la conservación de la gallina criolla. Con ello, se fortalece la seguridad y la resiliencia alimentaria de las comunidades mayas frente a los retos del cambio climático.


Estas acciones forman parte del proyecto Medios de vida y empresas verdes para el desarrollo resiliente en México implementado por el PNUD en México con el apoyo de Fundación W.K. Kellogg.