¿Quien se beneficia del crecimiento?: La cambiante incidencia del crecimiento económico en América Latina y el Caribe

22 de Noviembre de 2019

America Latina y el Caribe es la segunda región más desigual del mundo (después del África subsahariana). A pesar de que la desigualdad de ingresos ha disminuido en ALC en las últimas décadas (en la mayoría de los países de la región la desigualdad fue menor en 2018 que en 1990), las personas perciben sistemáticamente que la brecha entre ricos y pobres se está ampliando. Esto ha sido observado en encuestas de percepción, pero también se ha evidenciado en el creciente número de conflictos sociales y procesos electorales inusualmente polarizados. Sin ir más lejos, esta preocupación se ha reflejado en protestas generalizadas en toda la región, como las de Chile, Bolivia y Ecuador, en las que para los ciudadanos la desigualdad resulta un factor motivador clave.

¿Qué explica esta disonancia entre lo que nos dicen las medidas de desigualdad y lo que las personas perciben en ALC? Una razón para esta aparente "discrepancia" entre los patrones observados y los patrones percibidos puede deberse a la forma en que estamos midiendo la desigualdad, y las limitaciones de estas medidas para capturar los aspectos de ella que realmente importan a los ciudadanos. Por ejemplo, las medidas tradicionales de desigualdad (como el coeficiente de Gini) son problemáticas porque no son sensibles a los cambios en la forma de la distribución ni a lo que sucede en diferentes partes de la distribución (particularmente en los extremos).

Este #GraphForThought explora esta "interrogante de la desigualdad" al observar cómo personas ubicadas en distintos puntos de la distribución del ingreso se han beneficiado de manera diferente de las ganancias que ha generado el crecimiento económico en las últimas décadas. Para hacerlo, el gráfico utiliza datos del LAC Equity Lab del Banco Mundial sobre la incidencia del crecimiento económico en la región. Utilizando un agregado construido con datos de 17 países de la región, es posible dibujar la "Curva de incidencia de crecimiento" de ALC durante 13 períodos consecutivos de 5 años (comenzando en 2000-2005 y terminando en 2012-2017). Así, para cada uno de estos períodos de 5 años, la figura muestra el crecimiento anualizado promedio de cada percentil de ingresos (que van desde el percentil de ingresos más pobre a la izquierda hasta el percentil de ingresos más rico a la derecha). Por lo tanto, si el gráfico resulta tener una pendiente negativa (mayor a la izquierda que a la derecha), podemos interpretar que el crecimiento en el período fue favorable a los pobres (lo que significa que el ingreso de los pobres estaba creciendo a un ritmo más rápido que el de los ricos). Si el gráfico tiene pendiente positiva (más alto a la derecha que a la izquierda), podemos interpretar lo contrario. Hay que tener en cuenta que el año etiquetado en la figura se refiere al año final en el período (por ejemplo, la etiqueta 2005 se refiere al período 2000-2005).

Al observar el ciclo del gráfico a lo largo del tiempo, vemos que si bien el crecimiento en ALC ha sido generalmente favorable a los pobres en las últimas décadas, su naturaleza progresiva se ha ido estabilizando constantemente. Este cambio podría explicarse en parte por el auge de los productos básicos que caracterizó las economías de la región al comienzo de este período, que cambió los precios relativos en favor de los sectores no comerciables intensivos en mano de obra poco calificada, y que llegó a su fin alrededor de 2013.
Este movimiento de la curva de incidencia del crecimiento implica que el patrón de crecimiento de la economía ha sido tal que los pobres ya no son el grupo que más se beneficia. Esto respalda la idea de que la historia de la disminución de la desigualdad en la región puede no ser tan simple como parece. De hecho, una mirada dinámica a toda la distribución complica la historia.

No obstante lo anterior, es importante tener en cuenta que a este gráfico le faltan dos datos muy importantes: (i) lo que sucede en las colas de la distribución (el 5% más pobre y el 5% más rico) y (ii) lo que sucede en los otros países de ALC (aquí solo se incluyen 17 países). Desafortunadamente, esta información falta debido a restricciones de datos. De hecho, es muy difícil capturar con precisión lo que sucede en los extremos inferior y superior de la distribución del ingreso, y saber qué sucede en cualquier punto de la distribución en países con datos limitados de encuestas de hogares. Sin embargo, han surgido nuevas medidas que intentan capturar el ingreso en la parte superior y que informan niveles de desigualdad mucho más altos. Por ejemplo, si observamos un gráfico similar producido por el New York Times sobre la incidencia de crecimiento cambiante en Estados Unidos (el gráfico que inspiró este #GraphForThought), vemos que la mayor parte de la acción ocurre en en el 1% superior de la distribución. Estudios recientes sugieren que es probable que un patrón similar también sea cierto en ALC. Por ejemplo, en Brasil, entre 2001 y 2015, la participación en los ingresos del 1% superior aumentó del 26,2% a 28,3% (y la participación del 10% en los ingresos aumentó de 54,3% a 55,6%). De hecho, la concentración de ingresos en la parte superior, cuando es posible medirla, parece haber aumentado.

Si bien se puede argumentar que el aumento de la desigualdad no es malo per se (por ejemplo, en algunos casos puede servir como un incentivo para avanzar o puede aumentar la productividad), este generalmente se asocia con patrones de exclusión económica, social y política, y puede conllevar a costos significativos para la sociedad. Estos costos se manifiestan de diferentes maneras, desde asimetrías de poder y distorsiones de política hasta baja cohesión social, y subinversión persistente. Por lo tanto, si los países de ALC pretenden progresar en su consolidación como sociedades fuertemente cohesionadas de clase media, resulta fundamental continuar abordando el desafío de la desigualdad. Es necesario hacerlo yendo más allá del ingreso, de los promedios y de el presente, como argumenta el pronto a lanzarse Informe de Desarrollo Humano 2019 del PNUD que se centra en las desigualdades en el desarrollo humano. No se pierdan el lanzamiento global el 9 de Diciembre.