Cómo Indonesia está protegiendo a sus trabajadores forestales frente a la amenaza de la malaria
La salud es riqueza
24 de Abril de 2025

El Gobierno de Indonesia, con el apoyo del PNUD, está desarrollando sistemas sólidos para diagnosticar y tratar la malaria, incluso en las zonas más remotas.
Samsol lleva más de una década extrayendo oro cerca de las selvas tropicales de Aceh, Indonesia. Cada mañana, atraviesa el espeso barro en su moto para llegar a un sitio a 30 metros bajo tierra, donde extrae el preciado metal.
“Es arriesgado y agotador, pero es lo que nos da de comer”, explica este padre de dos hijos. El sustento de Samsol y de su familia depende de estas tierras forestales.
Casi la mitad* de Aceh está cubierta por un bosque espeso, un recurso vital que, al mismo tiempo, es caldo de cultivo de la malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos. En ocasiones letal, la malaria representa una amenaza constante para trabajadores como Samsol.
Hasta los casos más leves pueden dejarlos fuera de combate y hacerles perder el salario.
“El último ataque de malaria me dejó hecho polvo: fiebre, escalofríos… ni siquiera podía caminar”, recuerda. Y sigue: “En la mina, cuando alguien cae enfermo, toda la actividad se detiene”.

Cerca de la mitad de la provincia de Aceh, Indonesia, está cubierta por selvas densas. Estas selvas son un hábitat importante, pero también sirven como lugar de reproducción para los mosquitos que transmiten la malaria.
Aunque Indonesia casi había eliminado la malaria en Aceh, ahora se enfrenta a un nuevo reto: Plasmodium knowlesi. Este parásito, que infecta sobre todo a los monos, puede transmitirse a los humanos a través de la picadura de mosquitos.
Mientras el país sigue combatiendo las cepas P. falciparum y P. vivax, los casos de P. knowlesi se han disparado: de apenas cinco en 2021 a 170 en 2023.
Aunque supusieron solo una pequeña fracción de los 418.000 casos confirmados de malaria ese año, los de P. knowlesi podrían aumentar a medida que la demanda de madera, productos agrícolas y minerales empuja a los trabajadores al corazón de los bosques y eleva el contacto con los monos. Cerca de 40 millones de personas en Indonesia dependen de los bosques para subsistir.
Para superar estos desafíos, que obstaculizan los esfuerzos del país en erradicar la malaria para 2027, en el PNUD nos asociamos con el Ministerio de Salud de Indonesia para detener la malaria en las comunidades más remotas. A través de la alianza, se están ampliando los sistemas de diagnóstico y tratamiento efectivos con financiamiento del Fondo Global para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.

Una nueva cepa de malaria está poniendo en riesgo los esfuerzos para eliminar la enfermedad en Indonesia de aquí a 2027.
Desde allí, Evi apoya a mineros artesanales como Samsol. Recorriendo colinas empinadas y caminos fangosos, ayudó a establecer un posko, un puesto semanal de diagnóstico y tratamiento de la malaria, y capacita a miembros de la comunidad para que brinden educación en salud.
“Estar presentes de forma constante generó confianza y permitió que incluso las comunidades más aisladas recibieran atención a tiempo”, cuenta Evi.
“El trabajo comienza aquí en el campo, un trabajador a la vez”Evi Susiana, líder en prevención de malaria, Puskesmas Krueng Sabee
Detectar y tratar a tiempo evita complicaciones, pero eso solo es posible con un diagnóstico preciso.
Sri Wulandari, microscopista en Krueng Sabee, analiza con detenimiento las muestras de sangre al microscopio para identificar los parásitos de la malaria.
“Un diagnóstico equivocado puede retrasar o complicar el tratamiento”, corrobora. Además, contribuye al desperdicio de medicamentos y favorece la resistencia a los fármacos.
La tarea se vuelve más difícil cuando recibe muestras mal preparadas, un problema que ha mejorado gracias a mejores herramientas de diagnóstico y capacitaciones. Cuando tiene dudas, acude al laboratorio distrital y consulta láminas de referencia para identificar los parásitos de la malaria.
Una vez confirmado el tipo de malaria, se inicia el tratamiento correspondiente.

Los microscopistas en Krueng Sabee examinan cuidadosamente las muestras de sangre para identificar los parásitos de la malaria. Un diagnóstico preciso es fundamental para brindar el tratamiento adecuado y evitar complicaciones.

Los datos que recogen los microscopistas se integran en el Sistema de Vigilancia de la Malaria (SISMAL por sus siglas en inglés), la plataforma nacional de control de la malaria en Indonesia.
“SISMAL ha mejorado la detección temprana y la respuesta rápida”, confirma Dadang Supriyadi, analista y programador de SISMAL en Yakarta.
“En las zonas remotas, las oficinas de salud locales pueden detectar a tiempo un aumento de casos de malaria y, de inmediato, enviar más suministros o realizar campañas comunitarias de sensibilización”, agrega.

Los datos de diagnóstico se incorporan a la plataforma nacional de vigilancia de la malaria en Indonesia, lo que permite detectar de manera temprana cualquier aumento en los casos y responder rápidamente.

Ahora SISMAL se sincroniza con SMILE, el sistema de gestión de suministros sanitarios que supervisa más de 900 millones de vacunas y 129 millones de dosis de medicamentos contra el VIH, la tuberculosis y la malaria en todo el país.
Cuando las clínicas notifican bajas existencias, las autoridades utilizan los datos de SISMAL para decidir a dónde enviar los suministros. Además, este sistema ayuda a prevenir excesos de inventario y a reducir el desperdicio de productos caducados.
“Contar con datos en tiempo real nos evita quedarnos a oscuras. En más de una ocasión, el sistema nos advirtió de un nivel bajo de existencias antes de que la clínica nos contactara, lo que nos permitió evitar retrasos”, recuerda Raige Akmal, farmacéutico en Aceh Jaya.

La plataforma de vigilancia de la malaria se conecta con SMILE, que es el sistema de gestión de la cadena de suministro de salud. Este sistema ayuda a monitorear y gestionar el suministro y la distribución de medicamentos para el VIH, la tuberculosis y la malaria.

La lucha contra la malaria se complica porque los trabajadores forestales se desplazan entre distintos puestos, lo que dificulta hacer un seguimiento. Un tratamiento incompleto y la alta movilidad pueden provocar recaídas de malaria por P. vivax y reavivar su transmisión. Además, aún no está bien claro cómo podría propagarse la P. knowlesi cuando los trabajadores regresan a sus familias.
“Estamos aislados. Si no permanecemos alerta, alguien podría enfermarse gravemente sin que haya ayuda cerca”, advierte Samsol.
Evi y los supervisores en el lugar de trabajo coordinan el tratamiento conforme los trabajadores se trasladan entre distintos puntos. Ella anima a los empleados a compartir sus historias de recuperación, subrayando la importancia de actuar pronto. Durante las visitas domiciliarias, también aconseja a las familias que usen mosquiteros y eliminen los criaderos de mosquitos.

La gestión efectiva de la cadena de suministro garantiza que los medicamentos estén disponibles cuando y donde se necesiten. Además, el sistema también previene el exceso de inventario, lo que ayuda a reducir el desperdicio por productos vencidos.
En el PNUD respaldamos el módulo de población móvil migrante, una nueva funcionalidad de SISMAL diseñada para ayudar a las autoridades a entender mejor la malaria entre los grupos migrantes.
“Estas poblaciones pueden quedar fuera del alcance de la vigilancia de rutina por su movilidad o lo remoto de sus zonas”, remarca Supriyadi. “Un módulo dedicado garantiza que sus datos de salud no pasen por alto”.
En 2023, el 95 % de los casos de malaria en Indonesia fueron confirmados por laboratorio, frente al 85 % en 2018. Cerrar estas brechas de datos permite a las autoridades sanitarias asegurar un acceso equitativo a los servicios de salud para las poblaciones móviles y es clave para adelantarse a la transmisión de P. knowlesi.

Los profesionales de la salud trabajan en conjunto con los supervisores en los diferentes lugares de trabajo para asegurarse de que la atención médica siga de manera continua, especialmente cuando los empleados se mueven de un sitio a otro.
De regreso en la mina, Samsol reflexiona sobre lo duro de su labor.
“Después de pasar varios días fuera, lo único que quiero es volver a casa con mi familia. Compartir la comida, conversar y disfrutar de un poco de calma”, confesa.
“Espero que mis hijos puedan estudiar y no tengan que recorrer el mismo camino que yo”.

Los esfuerzos a nivel mundial para eliminar la malaria han salvado casi 13 millones de vidas desde el año 2000. Sin embargo, el avance se ha detenido y no hay suficiente financiamiento para terminar el trabajo.
Los esfuerzos globales para controlar la malaria han logrado evitar unos 2.200 millones de casos y salvar cerca de 13 millones de vidas desde el año 2000. Aun así, en 2023 la enfermedad se cobró casi 600.000 vidas en todo el mundo. El progreso se ha desacelerado y la financiación sigue siendo insuficiente para cambiar esta tendencia.
En el PNUD, junto al Gobierno de Indonesia, estamos construyendo sistemas sólidos para diagnosticar y tratar la malaria, incluso en las zonas más apartadas, al tiempo que apoyamos los medios de vida de las comunidades que dependen de los bosques. Poner fin a la malaria y enfrentar nuevas amenazas como P. knowlesi requiere inversiones sostenidas, incluida la Octava Reposición del Fondo Mundial.
Junto a nuestros socios, en el PNUD estamos comprometidos a detectar, diagnosticar y tratar la malaria para que nadie se quede atrás, y lograr eliminarla como amenaza para la salud pública antes de 2030.

Erradicar la malaria como una amenaza para la salud pública es clave para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3, que busca asegurar una buena salud y bienestar para todas las personas.
*Todos los enlaces están disponibles solamente en inglés.