Compartir es un modo de crecer: iniciativas para el desarrollo local en la Habana
9 de Mayo de 2025

En los meses de su embarazo, Nayih supo que estaba ante un nuevo punto de partida. Tuvo un antojo de frutas y pensó que, como ella, muchas personas podían desear alimentarse con jugos y otros alimentos derivados de las frutas.
Sin embargo, en su barrio de Casablanca en la capital habanera, había pocas opciones disponibles para acceder de modo asequible y cercano a estos productos. Comenzó entonces su proyecto de desarrollo local, un emprendimiento con una importante labor comunitaria.

Los dulces y jugos que produce hoy contribuyen a distintas unidades de la salud pública del municipio, como el hogar materno y el vacunatorio y apoyan las actividades de proyectos de teatro comunitario para niñas y niños de esta zona de la ciudad, cuya ubicación geográfica limita el acceso a otros núcleos culturales o comerciales de la urbe.
“Queríamos crear algo que fuera accesible a embarazadas, ancianos, a jóvenes; que pudiera ser bien recibido en todas las etapas de la vida. Somos un país con buenas condiciones para el desarrollo de las frutas”, explica Nayih Batista.
Como esta, otras nueve iniciativas son apoyadas en La Habana con equipamientos e insumos para potenciar sus servicios, en el marco de la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT), gestionada en alianza con el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas del Ministerio de Economía y Planificación de Cuba, gobiernos locales y territoriales del país y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el apoyo de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS).
A varios kilómetros de Casablanca, en la zona de Guanabacoa al sureste de la ciudad, Gabriel Pérez decidió que no hay límites para experimentar con harinas artesanales.
En el 2022 comenzó a crear productos con harina de arroz, yuca, plátano y coco, como sustitutos del trigo dentro de la panadería y la repostería.
El trigo, en su gran mayoría, es importado en el país y parte de sus productos derivados contienen gluten, al que varios grupos de la población tienen intolerancia. Los productos realizados por Gabriel y las trabajadoras de su emprendimiento son ampliamente demandados por personas celíacas y en actividades donde, por sus características nutricionales, tienen más demanda.
Crear compartiendo

“Para nosotros lo primero es ser buenos vecinos”, dice Gabriel Pérez. “Así apoyamos compartiendo los recursos que vamos generando en nuestra finquita, donamos aceite de coco para curar quemaduras, almidón de yuca para las peladuras de las piernas de los bebés, generamos empleo y compartimos nuestros conocimientos sobre deshidratación solar”.
Con los recursos aportados en el marco de PADIT, explica Gabriel, logran producir harinas en menos tiempo y con cualidades superiores al tener un grano más fino, lo cual les permite doblar la demanda a sus proveedores de la localidad, con posibles encadenamientos en una zona productora de alimentos.
“En un futuro podemos articular diversos esfuerzos para hacer esta pequeña finca autosustentable, y compartir, por ejemplo, el bombeo de agua y su potabilización con nuestros vecinos de la zona”, comenta Gabriel. En estos momentos trabaja también desarrollando productos de pienso animal.
Mientras sirven guarapo de caña cultivado en el patio del local, Nayih cuenta sobre el proceso de censo de las personas con mayores requerimientos alimenticios y de las diabéticas en su territorio, en el que está participando.
“La idea es que con estos equipamientos podamos hacer crecer distintas líneas de producción e incidir en distintos espacios de la localidad y posteriormente de la ciudad, vinculados a las necesidades de grupos vulnerables”, afirma.
Pequeñas historias multiplicadas en todo el país
Como las de Nayih y Gabriel, otras 106 iniciativas fueron apoyadas por la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial en el país, en pos de contribuir al desarrollo sostenible de esos territorios.
“Apoyar estas iniciativas de desarrollo local ha significado un gran compromiso, refiere Mailé Báez, directora en funciones del Instiuto Nacional de Investigaciones Económicas. “Es una manera muy dinámica de contribuir al fortalecimiento de la economía a su escala, fomentar la identidad comunitaria y mejorar la calidad de vida de manera inclusiva y sostenible”.
Una décima iniciativa en La Habana aborda también el proceso de digitalización de los servicios farmacéuticos.
Desde Guane, Pinar del Río hasta Baracoa, Guantánamo, estas pequeñas acciones han permitido articular pequeños nichos de desarrollo de la mano de personas que creen que no hay modo de crecer, si no se hace en colectivo.