Ser pobre no siempre es falta de dinero, también se es cuando se pierde la cultura y la conexión con la tierra
Pobreza desde la mirada indígena
6 de Agosto de 2025
Mujeres de Playón Chico, Guna Yala, Panamá.
A orillas del río Sábalo, en la Comarca Emberá Wounaan, una mujer sonríe mientras observa el agua fluir entre los árboles. Con tranquilidad y orgullo, dice: “nosotros no nos consideramos pobres. Aquí tenemos riqueza: la naturaleza, el río, los árboles… somos ricos en todo lo que tenemos”. Esa afirmación brinda una perspectiva que rara vez se encuentra en los informes económicos o en las estadísticas.
Para muchos pueblos indígenas en Panamá, la pobreza no se mide en dinero, bienes materiales ni servicios urbanos. Se mide en conexión con la tierra, en comunidad, en identidad; es una visión profundamente humana y multidimensional.
Las cifras oficiales son claras: las tasas más altas de pobreza en Panamá se registran en las comarcas indígenas. Según datos recientes, la Comarca Emberá presenta una tasa de pobreza del 65.3 %, la Comarca Guna Yala un 77.6 %, y la Comarca Ngäbe Buglé alcanza un 78.2 %.
Si miramos la pobreza multidimensional, que considera carencias en salud, educación, vivienda y más, los números son aún más alarmantes. Tanto las personas indígenas que viven, dentro como fuera de las comarcas, enfrentan niveles significativamente más altos de pobreza que el resto de la población panameña. Un 93.8 % de la población indígena que vive en comarcas y 56.6 % de quienes viven fuera de ellas, son pobres multidimensionalmente, frente a un 21.4 % de la población no indígena.
La mujer indígena emberá desempeña un rol fundamental en la preservación y trasmisión de sus tradiciones.
Pese a estos datos, muchas de estas personas no se autoperciben pobres. Una mujer ngäbe, en la comunidad Camarón Arriba, lo resume con claridad: “Si una persona tiene tierra, alimentos, familia y mantiene sus tradiciones, no se considera pobre… tenemos río, árboles, mire la brisa”. Aquí, la riqueza se mide, en otros términos. No se trata solo de tener más, sino de vivir en equilibrio: con el entorno, con la cultura, con el pasado y el futuro.
Desde los pueblos indígenas, la pobreza no puede entenderse únicamente en términos económicos o de carencia en el acceso a servicio. Se trata de un concepto que debe incluir la dimensión espiritual, cultural y territorial. Desde esta cosmovisión, perder el vínculo con la tierra, la lengua o la comunidad puede ser más grave que no tener una cuenta bancaria.
En Panamá, el 17 % de la población—equivalente a 698,114 personas, según el censo de 2023—pertenece a uno de los pueblos indígenas existentes en Panamá, y una gran parte de ellos son niños, niñas y jóvenes; por lo tanto, su bienestar es crucial para construir el desarrollo del país. Es imprescindible una comprensión profunda sobre la cosmovisión, cultura y del territorio, que permita entender otras privaciones que experimentan los pueblos indígenas.
Hombres guna preparan materiales para la construcción de viviendas.
En un proceso de escucha realizado en once comunidades de Sasardí Mulatupu, Playón Chico, Cartí Mulatupu, Isberyala, Puerto Indio, Vista Alegre, Lajas Blancas, Camarón Arriba, Peña Blanca y Llano Tugrí surgieron preocupaciones comunes: la pérdida de la lengua indígena, la falta de agua potable, la ausencia de servicios médicos tradicionales, el deterioro de los medios de vida, y la desconexión creciente con la tierra y la comunidad.
Aunque muchas personas no se consideran pobres en el sentido convencional, sí reconocen necesidades importantes que afectan su calidad de vida. Esto exige un abordaje más amplio que el utilizado tradicionalmente para medir la pobreza en estas poblaciones, y que parta de la manera en que las propias comunidades se autoperciben. La política pública debe entonces responder tanto a las mediciones oficiales como a una comprensión más contextualizada y culturalmente pertinente de la pobreza multidimensional.
Para los pueblos indígenas disfrutar de bienestar no se trata solo de tener más, sino de vivir en equilibrio con la cultura, la tierra.
En Panamá, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, junto al Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio y Economía y Finanzas y el Instituto Nacional de Estadística y Censo, ha estado trabajando en el diseño e implementación de nuevas mediciones de pobreza que permitan reconocer las privaciones que sufren poblaciones y territorios específicos. Herramientas como el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) Nacional, el IPM por Corregimientos y el IPM de Niñas, Niños y Adolescentes permiten comprender la pobreza más allá del ingreso.
Otra pieza que le permitirá a Panamá fortalecer sus estrategias de reducción de la pobreza es un índice de pobreza multidimensional diseñado para los pueblos indígenas. Uno que integre las carencias materiales junto con las particularidades culturales, sociales y espirituales que definen el bienestar, desde su propia visión.
El desarrollo de un IPM indígena permitiría mapear mejor las zonas vulnerables, asignar recursos con mayor precisión, y diseñar programas de desarrollo que respeten los valores, costumbres y prioridades de las poblaciones indígenas.
Las comunidades indígenas en Panamá enfrentan desafíos materiales, pero también poseen una visión del mundo profundamente rica y coherente; incluye el espíritu, la tierra, la memoria colectiva y el derecho a vivir en armonía con su entorno. Para lograr su inclusión real, el desarrollo debe construirse con ellas, no para ellas. Y eso comienza por escuchar su voz y entender su mirada.