Mujeres rurales, agentes de cambio para conservar la biodiversidad en México

13 de Octubre de 2023

En México, un país con una población de 61.5 millones de mujeres, es fundamental reconocer la contribución significativa de las mujeres rurales. El 23% de estas mujeres residen en comunidades rurales y representan el 34% de la fuerza laboral del país. Además, se estima que estas mujeres desempeñan un papel esencial en la producción de alimentos, contribuyendo con más de la mitad de la producción alimentaria de México (INMUJERES, 2020).

Sin embargo, a pesar de su importancia en la producción de alimentos y en el mantenimiento de los recursos naturales, las mujeres rurales enfrentan desafíos que limitan su autonomía física, económica y ambiental. Estos desafíos incluyen:

  • Falta de acceso a la tierra y control limitado de recursos naturales: Las mujeres rurales a menudo carecen de acceso a la tierra y tienen un control limitado sobre recursos críticos para sus medios de vida como el agua y fuentes de energía sostenible, así como la biodiversidad.

  • Participación limitada en la toma de decisiones: Suelen tener una menor participación en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales relacionadas con el medio ambiente y el clima, lo que aumenta su vulnerabilidad y limita su capacidad para hacerle frente a crisis ambientales.

  • Discriminación y violencia de género: Las mujeres rurales enfrentan múltiples formas de discriminación y violencia basadas en el género, lo que puede aumentar su vulnerabilidad en situaciones de crisis climática y desastres naturales.

Es importante destacar que, si las mujeres rurales tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, la producción agrícola en países en desarrollo podría aumentar entre 2.5% y 4%. Además, disminuiría entre 12% y 17% el número de personas desnutridas en el mundo. (FAO, 2011).

A pesar de estos desafíos, las mujeres indígenas y rurales son agentes de cambio y juegan un papel esencial en la protección del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales. Reconocer sus roles, saberes, necesidades y contribuciones es crucial para impulsar su autonomía ambiental y mejorar sus condiciones de vida.

Por ello, es importante que los gobiernos y actores del desarrollo promuevan medidas afirmativas que les permitan acceder a recursos para impulsar sus proyectos, así como para tener acceso a la titularidad de la tierra, acciones que buscan mejorar sus ingresos y condiciones de vida.

Otras acciones que permiten impulsar plenamente la autonomía ambiental de las mujeres, es fortalecer la cultura asamblearia y el trabajo en redes de colaboración, para garantizar su involucramiento pleno y efectivo en la toma de decisiones sobre acciones o soluciones ambientales dentro de sus territorios. (Las voces de las mujeres rurales en América Latina y el Caribe, del PNUD, REDLAC y FAO, 2023).

Las mujeres indígenas y rurales son agentes clave para alcanzar la seguridad alimentaria, conservar la biodiversidad, impulsar acciones de adaptación ante el cambio climático, reducir la pobreza y lograr el desarrollo sostenible. En este sentido, y para reducir la brecha de género que enfrentan estas mujeres, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México impulsa el proyecto Redes de Sororidad Verde (RSV), el cual acompaña a grupos de productoras indígenas y rurales para mejorar sus condiciones de vida mediante la producción sostenible, la gestión de recursos naturales y la protección de ecosistemas, todo ello teniendo en cuenta las dinámicas de género en sus comunidades. Se espera que, en el marco de esta iniciativa, las mujeres participen en los espacios de toma de decisión para construir una agenda colectiva que las visibilice y les permita incidir en las políticas públicas.

Un ejemplo inspirador es el grupo "Mujer de Mar y Maíz", que ha fortalecido sus procesos productivos y financieros a través de la autogestión de fondos revolventes para el ahorro colectivo. Una vez fortalecidas sus capacidades financieras, este grupo de mujeres fue más allá y comenzó a identificar los factores de degradación ambiental que tienen un impacto negativo en sus actividades productivas y medios de vida, para desarrollar propuestas para la conservación de los recursos naturales y reducción de residuos sólidos.

Ahora están trabajando en soluciones basadas en la naturaleza con el apoyo del PNUD y las autoridades comunitarias, en particular, un análisis participativo sobre los cambios en la percepción climática de su microcuenca.

"El clima y los tiempos han ido variando, también el ciclo de la vida marina y la producción del maíz. Por eso vemos importante trabajar el tema ambiental en la comunidad desde el proyecto, para sensibilizarnos a cuidar el agua, el bosque, a rescatar el maíz criollo y a la medicina tradicional relacionada con la naturaleza".
Karen Rubí Samaniego Quintanar, integrante del grupo

Estos esfuerzos demuestran cómo las mujeres rurales no solo enfrentan desafíos, sino que también lideran iniciativas valiosas para proteger el medio ambiente y mejorar sus propias vidas, lo que tiene un impacto positivo en sus comunidades y en el desarrollo sostenible en general.