Participar para confiar: Juventudes e instituciones con futuro

26 de Agosto de 2025
A diverse group of eight young people stands together, smiling and posing, in casual attire.

En medio de los desafíos que atraviesa América Latina y el Caribe (ALC) —como el avance del cambio climático, el debilitamiento del contrato social y la urgente necesidad de reconstruir la confianza entre ciudadanía e instituciones—, emerge una vibrante oportunidad para reinventar el vínculo entre las instituciones y la ciudadanía. Con 165 millones de personas jóvenes —una cuarta parte de la población regional—, estos exigen ser parte activa de las soluciones, no solo como receptores de políticas públicas, sino como co-creadores de un nuevo pacto social. Los y las jóvenes, incluso en los contextos más inciertos, están en el centro de esta transformación.

Si bien datos recientes muestran el apoyo más bajo a la democracia entre quienes tienen 16 y 25 años, y cerca del 40% de la juventud expresa desconfianza en los gobiernos, esto revela un llamado urgente a renovar el contrato social construyendo modelos más inclusivos, transparentes y participativos para una generación que busca ser escuchada y formar parte activa del cambio. Este escepticismo se enmarca en lo que el próximo Informe Regional de Desarrollo Humano  denomina un "nuevo complejo de incertidumbre", donde la polarización y los cambios planetarios se suman a las inseguridades cotidianas, creando un escenario de volatilidad y desconfianza generalizada.

Esta complejidad marca un cambio de paradigma en el pensamiento sobre el desarrollo - uno que exige una transformación en los enfoques de política para abordar amenazas superpuestas e interconectadas y coloca a la integridad del sector público, el nivel de apertura del gobierno y de espacios participativos, la calidad de los servicios y la equidad, como factores clave en los niveles de confianza de las juventudes en las instituciones democráticas[1].

Es un llamado a recalibrar, dotando a las sociedades de herramientas para navegar los cambios, diseñando instituciones que se adapten a contextos cambiantes e invirtiendo en la capacidad de las comunidades para imaginar y construir futuros mejores.

Participación e innovación: entre la brecha y la oportunidad

Actualmente, un 45% de los y las jóvenes de la región y no tienen acceso a internet desde sus hogares, lo que revela una exclusión profunda de oportunidades educativas, laborales y de participación cívica. (Latinobarómetro citado en la Serie Desafíos, 2024). La brecha digital es una barrera estructural que profundiza las desigualdades para las juventudes. Aun así, las juventudes están respondiendo con resiliencia e ingenio: se apropian de las herramientas digitales convertirlas en instrumentos de cambio hacia un espacio público más abierto e inclusivo. Utilizan las redes para movilizarse, denunciar injusticias y tejer redes de solidaridad que trascienden fronteras. 

El Atlas de Inteligencia Artificial para América Latina y el Caribe destaca el potencial de las tecnologías, en especial la inteligencia artificial (IA), para crear canales más confiables y transparentes de participación, control y decisión en las instituciones. Cuando se desarrollan con un enfoque centrado en las personas, estas tecnologías pueden combatir la desinformación, la, manipulación informativa y el deterioro de la confianza institucional. 

En este escenario, la gobernanza anticipatoria propone el uso de herramientas de prospectiva y análisis de futuros para que las instituciones y la ciudadanía, especialmente las juventudes, puedan co-crear políticas públicas de manera más proactiva. Herramientas como la "Rueda de Futuros" o el ejercicio de "Imágenes de Futuro" incluidas en la Guía Democratizando Futuros permiten a la juventud no solo reaccionar al presente, sino también articular y planificar, identificando los riesgos y oportunidades para construir los futuros que desean. 

Combinar la energía de los movimientos juveniles con herramientas digitales y metodologías de anticipación, permite rediseñar prácticas y procesos en las instituciones haciéndolas más inclusivas y conectados con las exigencias de cambio de nuestros tiempos para democratizar el futuro. Esto implica construir capacidades que preparen a las instituciones públicas para estar future-ready, es decir, anticipar escenarios, adaptarse con agilidad y responder de forma proactiva a los desafíos emergentes. También implica integrar mecanismos participativos que amplifiquen las voces juveniles, adopten nuevas formas de comunicación con tecnologías al servicio del bien público. 

Del evento al movimiento: hacia instituciones para el futuro

Cuanto más abiertas, inclusivas y visionarias sean las instituciones, mayor será su capacidad de generar confianza y liderar transformaciones con sentido colectivo. Los ejemplos en la región son tan diversos como inspiradores:

  • En Hondurasla construcción del Plan local de juventud, paz y seguridad en San Pedro Sula, incorporando herramientas participativas y de gobernanza anticipatoria, representanta un hito regional al demonstrar el rol transformador de las juventudes para la co-creación de soluciones de desarrollo y paz en los territorios;
  • En Perú, la iniciativa Tejiendo Ciudadanía y la plataforma Redpublica impulsan el potencial de la tecnología para fortalecer la participación de las juventudes generando diálogos para la construcción de una agenda hacia un nuevo pacto social que contenga propuestas de solución y estrategias innovadoras frente a los principales desafíos de gobernabilidad democrática y desarrollo sostenible en el país.
  • En Brasil, los talleres sobre juventudes y democracia, en el marco de la formulación del plan local participativo (PPA) en la municipalidad de Osasco, han involucrado a jóvenes de las escuelas públicas de la municipalidad en un proceso de escucha y formulación de soluciones, con clave de gobernanza anticipatoria, para fortalecer la democracia y la confianza en las instituciones a nivel local.
  • En Colombia, el proyecto Juventudes Transformadoras, apoyado por el PNUD y UNFPA, fortalece la participación juvenil, reconociendo su rol como agentes de cambio en la construcción de paz, en territorios históricamente afectados por el conflicto armado.

Estas iniciativas demuestran que para fortalecer la democracia es indispensable fortalecer la institucionalidad juvenil y crear canales genuinos de participación. No se trata de crear espacios simbólicos, sino de garantizar que la juventud tenga una incidencia real en las decisiones que les afectan, desde el diseño de políticas hasta su implementación y evaluación.

El futuro de América Latina y el Caribe es un horizonte en construcción. El desafío para las instituciones es monumental: pasar de la retórica a la acción, transformando estructuras y procesos que permitan pasar de la consulta simbólica a la co-creación genuina – con, por y para las juventudes. 

 


 


[1] PNUD, 2024. Serie desafíos. Cuaderno 2: Gobernabilidad y Juventudes en América Latina y el Caribe.