Dejando una buena huella en América Latina

15 de Febrero de 2022

Países como Chile, Perú y Panamá ya cuentan con experiencias y logros concretos implementando el cálculo, monitoreo y gestión de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Foto: Ministerio de Ambiente Perú

Los compromisos asumidos por los países en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) siguen siendo insuficientes para cumplir con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C, por lo que es urgente incluir a todos los sectores en la solución.

Desde 2012, el PNUD ha venido explorando formas de dar más espacio al sector privado en la acción climática, recientemente a través de su Programa de Apoyo a las NDC (NDCSP, por sus siglas en inglés) y la Climate Promise. Los gobiernos de América Latina han fomentado programas voluntarios de huella de carbono para canalizar esfuerzos espontáneos desde el sector público y privado hacia la reducción emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Países como Chile, Perú y Panamá ya cuentan con experiencias y logros concretos implementando el cálculo, monitoreo y gestión de las emisiones de GEI. Estas iniciativas de huella de carbono se basan en proveer una calculadora de emisiones en línea junto con un sistema de sellos de reconocimiento para organizaciones que reporten, reduzcan o idealmente neutralizan sus emisiones de GEI.

Durante COVID-19, ha sido interesante cómo ha resultado un elemento de reforzamiento probado de la resiliencia ante crisis inesperadas. Abajo se detallan algunos aspectos destacados de nuestro trabajo para reducir la huella de carbono del sector privado en la región.

El programa pionero en la región es Huella Chile, que ha contado con el apoyo del PNUD desde 2012 y fue formalmente establecido en 2014. A la fecha tiene inscritas 1468 organizaciones y ha otorgado 904 sellos de reconocimiento, incluyendo sellos de cuantificación, reducción, neutralización y excelencia. Adicionalmente, la iniciativa ha capacitado a más de 3000 personas en los efectos del cambio climático y en la gestión de GEI. Actualmente, incluye innovaciones como la huella hídrica, huella de municipios (sistema de reconocimiento comunal), sello de igualdad de género, entre otros

Reduce Tu Huella Corporativo - Carbono, la iniciativa más reciente en la región, es impulsada por el Gobierno de Panamá desde 2021. Hoy día ya cuenta con 71 organizaciones inscritas y pretende establecer un proceso estandarizado para identificar, calcular, reportar y verificar información relativa a los GEI dentro de los límites de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil. Incluye un componente de reducción de la huella hídrica, con el que se busca mejorar la gestión de sus recursos hídricos y vincular a estrategias de adaptación al cambio climático. 

Perú, como parte de la estrategia de mitigación de su NDC para 2030, ha implementado la de Huella de Carbono Perú, inspirado en Huella Chile. A la fecha cuenta con 567 organizaciones registradas y 267 sellos de reconocimiento. Entre 2018 y 2020 se neutralizaron un total de 377.782 toneladas de CO2 equivalente  (tCO2e) por parte de empresas registradas de manera voluntaria.  Teniendo en cuenta que Huella Perú solo representa el 2,2% de las emisiones reportadas, podemos ver el claro potencial de este trabajo para establecer mecanismos de acción concretos para la neutralidad climática.

Huella de Carbono Perú también ha involucrado a la sociedad civil a través de campañas de difusión para incentivar a las organizaciones a comprometerse con la neutralización de sus emisiones. Con su lema, “Dejemos una buena huella”, crea conciencia sobre la importancia de que las empresas reduzcan su huella de carbono.

Sumando más países en 2022

Con el apoyo de PNUD, países pioneros como Chile, Perú y Panamá comparten sus experiencias, conocimiento y lecciones aprendidas con equipos en Colombia, Ecuador y Paraguay, con el fin de reducir tiempos de implementación, resolver dudas y aprender de los mejores resultados e ideas innovadoras. Al ver que Perú está alcanzando cifras de participación más altas que Chile, se hacen evidentes los beneficios de compartir las lecciones aprendidas, soluciones técnicas y casos de éxito. Este conocimiento compartido es lo que permitirá a los gobiernos alcanzar un mayor nivel de participación, donde las plataformas comiencen a lidiar con volúmenes en el orden de los varios de miles.

Todo lo referente al cambio climático es objeto del “aprender haciendo” y está sujeto a un permanente proceso de mejora, pero ahora es clave agregar “aceleración” en esta década crítica de acción al 2030. Algunos elementos que proponemos considerar en 2022 son optimizar y fortalecer la articulación con otras herramientas, tales como la huella de productos, la economía circular, y la articulación con huella hídrica, igualdad de género, certificados de energías renovables o esquemas de incentivos económicos.

En 2022, reforzaremos capacidades con el lanzamiento de una publicación que compilará las orientaciones relevantes y casos de éxito en la implementación de programas nacionales y voluntarios de huella de carbono. Esta guía se preparará para países que quieran desarrollar iniciativas similares y tendrá como objetivo consolidar una descripción técnica detallada sobre las exitosas experiencias sobre el terreno.  Igualmente servirá como guía para evidenciar las necesidades de asistencia en la región para posteriores acciones dentro de la iniciativa Climate Promise en cuanto a la inclusión del sector privado y más.

También, continuaremos con intercambios Sur-Sur, apoyando el desarrollo de estándares comunes de cara a tener elementos de contabilidad regional. Esto también debería contribuir a ir fomentando una economía de escala, explorando mecanismos para aminorar los costos asociados al cálculo y la verificación.

La iniciativa Climate Promise del PNUD es actualmente la mayor iniciativa de apoyo a las NDC a nivel global. Con el lanzamiento de la nueva fase enfocada en la implementación, desde el PNUD seguiremos brindando apoyo el despliegue de los programas nacionales de huellas de carbono, pues ha demostrado un alto impacto en catalizar los esfuerzos del sector privado para contribuir a las NDC.

Muchos países están ahora comprometiéndose a objetivos de neutralidad de carbono para 2050. En mi opinión, los programas nacionales voluntarios de huella de carbono, considerando tanto las iniciativas públicas y privadas de reducción de gases de efecto invernadero, estarán en la primera línea de este nuevo desafío. Son también las mejores plataformas para unir muy bien las NDC con programas voluntarios desde abajo hacia arriba. Desde el PNUD, esperamos con ansias la continuación del apoyo a este trabajo.