Trabajar sin miedo, con oportunidades y condiciones de igualdad | Día Internacional de la Mujer

8 de Marzo de 2022


La industrialización y la Segunda Guerra Mundial fueron detonantes de la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral.  Hoy, un 47%[1] de las mujeres componen la fuerza laboral. En América Latina y el Caribe, 117 millones de mujeres forman parte de la fuerza de trabajo, que representa la cifra más alta en la historia de nuestra región. En los últimos 50 años, la participación laboral femenina pasó de 20% a 65%[2].

Estos avances nos harían pensar que los cambios significativos en cuanto a la participación de las mujeres en el mercado de trabajo han contribuido a reducir la desigualdad de género. A pesar de que se ha avanzado, la desigualdad sigue presente y se ha agudizado con la pandemia de la COVID-19. Estos impactos se reflejan en el acceso a empleo, desarrollo de carrera profesional, calidad del empleo, salario, conciliación de la vida laboral y personal, y la corresponsabilidad de los cuidados. A la vez, persiste la violencia y acoso en el lugar de trabajo, que con frecuencia queda invisibilizada. 

En el país, la brecha salarial entre hombres y mujeres es de 18.6%[3]. Su participación en el mercado laboral  es de 52.7%[4], mientras que la de los hombres es de 78.7%, con una tasa de desempleo abierta para las mujeres de 8.6%[5] y de 3.9% para los hombres; lo que significa que las mujeres que no consiguen empleo son un poco más del doble que los hombres en la misma situación.  Esto sucede a pesar de que las mujeres logran un nivel educativo mayor, y representan el 63%[6] de las personas que se gradúan de las universidades con mayores estudios terciarios.

El 78% de mujeres ocupadas están en sectores de baja productividad [7], lo cual significa que sus ingresos son más bajos, y que tienen menos acceso a la innovación y las tecnologías de la información.

Se estima que al 2050, el 75% de los trabajos estarán relacionados con STEM[8], por lo que no podemos permitir que las mujeres se queden atrás y no formen parte de la próxima revolución industrial; hoy en día las mujeres ocupan únicamente el 22% de los puestos en inteligencia artificial.

Una vez insertadas en los puestos de trabajo, las mujeres se enfrentan a barreras invisibles que llamamos techos de cristal, que no permiten que progresen en sus carreras profesionales en la misma medida que los hombres. Esto provoca que menos de una tercera parte de los puestos directivos en las empresas estén ocupados por mujeres, siendo el dato para el país de 19.7%[9]. Los horarios extendidos y las formaciones en horarios no laborales son algunos ejemplos de situaciones en las que es difícil que hombres y mujeres puedan conciliar el trabajo con su vida personal.

Sin embargo, son las mujeres las más afectadas, ya que cargan casi exclusivamente con las tareas domésticas y de cuidados. En el país, nosotras dedicamos más del triple de horas a tareas de cuidados y del hogar que los hombres: 31.2 horas a la semana por parte de las mujeres, en contraposición a 9.6 horas por parte de los hombres[10].

De igual forma, la condición más grave a la que se enfrentan muchas mujeres en el trabajo es la violencia y el acoso sexual y se manifiesta de distintas maneras. Una mujer puede perder su trabajo por ausentarse o por acusar a un compañero de acoso, y por ello muchas mujeres están dispuestas a tolerar un comportamiento violento para conservar su empleo.  

El 15.7% de mujeres en República Dominicana ha sufrido violencia sexual en el trabajo a lo largo de su vida, y un 12.5% ha sido víctima de violencia psicológica. 

De estas, el 97.3% no lo denuncia, según datos de nuestro más reciente estudio sobre “La Violencia contra las Mujeres y Niñas en el Ámbito Comunitario y en el Ámbito Laboral”.  Además de la violencia de género en el trabajo, la violencia doméstica también puede repercutir en lo laboral, ocasionando absentismo prolongado o repetido, y un bajo nivel de concentración y productividad. 

Es trascendental que la perspectiva de género esté integrada en el mundo laboral, tanto para que hombres y mujeres compartan el trabajo no remunerado del hogar, como para que compartan en igualdad en el trabajo remunerado. Por ello es importante promover políticas y acciones que den a las mujeres la oportunidad de elegir, progresar y trabajar en ambientes sanos.  

Un ejemplo de ello es el programa de los Sellos de Igualdad de Género, una iniciativa global del PNUD, que implementamos en el país a través de IGUALANDO RD, con el liderazgo del Ministerio de la Mujer, para crear oportunidades igualitarias y eliminar discriminaciones entre trabajadoras y trabajadores. El modelo integra acciones para: igualdad de oportunidades de empleo y de salarios; brindar facilidades para la maternidad y paternidad; programas para combatir el acoso sexual y la violencia de género; promover la corresponsabilidad de los cuidados y conciliar la vida familiar con la laboral; entre otras.  La iniciativa actualmente cuenta con más de 30 empresas impactando a unas 51,000 empleadas y empleados de los cuales el 45% son mujeres y el 55% son hombres.

Una mujer debe poder trabajar sin miedos y tener igualdad de oportunidades para desempeñarse en el mundo laboral en condiciones similares o equitativas; esto debe ser así por una cuestión de derechos y justicia social, y así lo manifiestan los objetivos 5 de igualdad de género, 8 de trabajo decente y 10 de reducción de las desigualdades de la Agenda 2030.  

Asimismo, las empresas han comprobado que un mayor equilibrio entre hombres y mujeres genera mayores ingresos, al reducir la rotación y el ausentismo, y reúne perspectivas variadas con análisis más completos y una mejor toma de decisiones. Como indica Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la CEPAL: “Los países que tienen una mayor igualdad entre mujeres y hombres son más productivos, tienen mayores niveles de crecimiento económico, instituciones más representativas y mejores resultados de desarrollo para las próximas generaciones. El mensaje es sencillo: la igualdad de género – más allá de ser en sí mismo un derecho humano y un objetivo de desarrollo – es una política económica inteligente”.  

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[1] Datos DESA ONU 2020

[2] Datos Cepal

[3] ENCFT 2020

[4] ENCFT 2020

[5] ENCFT 2020

[6] Datos del MESCYT

[7] CEPAL

[8] UNESCO

[9] Estudio PNUD Liderazgo

[10] ENESIM encuesta del Uso del Tiempo ONE