Informe sobre el futuro de la democracia en Colombia: Caminos para fortalecer la democracia
Informe sobre el futuro de la democracia en Colombia: Caminos para fortalecer la democracia
7 de Octubre de 2024
El futuro de la democracia está en nuestras manos
No todas las personas tienen la fortuna de nacer en una democracia. Para no ir más lejos, los niños y niñas que nazcan hoy, en 59 países del mundo, lo harán en regímenes autoritarios, de acuerdo con el Índice de Democracia Global de The Economist. Es importante tomarse un momento para reflexionar sobre el alcance de esa afirmación. Probablemente todos tengamos algún familiar que vivió en una dictadura, un amigo que huyó de ella o algún conocido que está pensando en hacerlo. Incluso yo, hija de la democracia, tengo padres y abuelos que no siempre pudieron disfrutar del bienestar que esta trae.
Dicen que “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. En ocasiones eso es lo que pasa con la democracia, sobre todo en los países en los que lleva largo tiempo vigente: se da por sentada, se asume que, como siempre ha estado allí, nunca dejará de estarlo. Es solo cuando las personas sienten que las despojan de sus libertades, su bienestar y su dignidad, que se repara en el privilegio de vivir en una democracia. A veces, desafortunadamente, cuando eso ocurre ya es demasiado tarde.
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The Future of Democracy: In Our Hands
Not everyone has the fortune of being born into a democracy. To put this into perspective, children born today in 59 countries around the world will do so under authoritarian regimes, according to The Economist’s Global Democracy Index. It is worth pausing to reflect on the significance of this fact. Many of us likely have a relative who lived under a dictatorship, a friend who fled from one, or an acquaintance who is considering doing so. Even I, a child of democracy, have parents and grandparents who did not always enjoy the well-being that democracy brings.
They say, “You don’t know what you have until it’s gone.” Sometimes, this is true of democracy, particularly in countries where it has been long established: it is taken for granted, assumed to be permanent simply because it has always been there. It is often only when people feel stripped of their freedoms, their well-being, and their dignity that they recognize the privilege of living in a democracy.