Capítulo 3: Confianza como factor central en la relación entre la desigualdad y la productividad

1 de Marzo de 2023

 

La confianza entre los individuos, y de los individuos frente a otros grupos o instituciones, juega un papel crucial en el desarrollo. Por una parte, es una experiencia que condiciona la vida de las personas, pues determina sus relaciones interpersonales más significativas (familiares, amistosas, laborales, etc.) así como su actuar en la sociedad; por otra, condiciona el ámbito colectivo, es decir, la organización y el funcionamiento de las sociedades. Como argumenta Fukuyama (1995), los niveles inherentes de confianza existente en la sociedad determinan, en gran parte, la cultura y el tejido social de un país, que a su vez son la base para la prosperidad, la democracia y el desarrollo económico y social. De hecho, una de las corrientes que conceptualiza la confianza es la derivada de las teorías del capital social, en las que uno de los pilares que sostiene la construcción del capital social es la confianza en los otros y en las instituciones, lo que promueve el desarrollo económico y social. Igualmente, esta contribuye al desarrollo humano en la medida en que proporciona más opciones, en la sociedad, para que los individuos puedan definir sus objetivos de vida (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2004).


Aunque el concepto de capital social suele definirse de diferentes maneras, en general, se lo asocia con un tipo de relacionamiento social, basado en gran parte en la confianza, que facilita la cooperación entre los miembros de la sociedad. Retomando diferentes definiciones de la literatura, el capital social consiste en un conjunto de normas, redes y organizaciones sólidas construidas sobre relaciones de confianza y reciprocidad, que contribuyen a la cohesión, la cooperación, el desarrollo y el bienestar de la sociedad, así como a la capacidad de sus miembros para actuar y satisfacer sus necesidades, de forma coordinada en beneficio mutuo. De acuerdo con Ostrom y Ahn (2003), el concepto de capital social consiste precisamente en poner estas normas, instituciones y redes, y la confianza, al servicio de la acción colectiva. Esta acción colectiva está en el centro del desarrollo económico y social, pues cuando las actividades son coordinadas y existe un compromiso por parte de los participantes, se logran más y mejores resultados por unidad de tiempo invertido.