El nuevo Informe Global de Desarrollo Humano IDH 2021/2022 revela los impactos trascendentales que tienen sobre nuestras vidas la inestabilidad e incertidumbre, y recomienda cómo corregir el rumbo con esperanza

15 de Septiembre de 2022

 

Los últimos años han sido muy difíciles para la humanidad, sorteando crisis, conflictos e incertidumbres que dejan serias consecuencias económicas, políticas, sociales, ambientales y humanas. El mundo ha soportado tres años de pandemia de COVID-19; cambios climáticos extremos y más violentos; las guerras y la violencia socavan la cohesión social acentuando la polarización y la desconfianza; la salud mental pasa a primer plano de las preocupaciones en la mayoría de las sociedades; crisis de refugiados y movimientos de población que ponen a prueba sistemas de protección social y también pueden  generan xenofobia; la inflación ahoga la capacidad de consumo, multiplicando hasta 5 veces los precios de los bienes básicos, y asediando a muchas comunidades con impresionantes desabastecimientos alimentarios. Estas inquietudes son analizadas en el más reciente Informe Global sobre Desarrollo Humano 2021/2022 titulado Tiempos inciertos, vidas inestables: Modelar nuestro futuro en un mundo en transformación, el cual fue presentado hoy desde Nueva York por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

Desde el año 1990, la Oficina de Desarrollo Humano del PNUD elabora periódicamente este reporte para analizar los avances planetarios, regionales e incluso para cada país en su promoción del bienestar humano, concepto que consiste en ampliar las capacidades y potencialidades de las personas, más allá de simplemente incrementar su riqueza económica. El Informe plantea un enfoque centrado en las personas, sus oportunidades y sus opciones.

El primer Informe sobre Desarrollo Humano introdujo el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como medida de los logros en las dimensiones básicas del desarrollo de los países. Este reporte aborda una mirada distinta hacia el entendimiento del desarrollo y bienestar humano, y llama al debate global a reactivar nuevas métricas que permiten medir el desarrollo y bienestar de los seres humanos, para que se acepte que las mediciones monetarias, como el PIB per cápita, son indicadores inadecuados para entender el estado del desarrollo.

El lanzamiento del Informe de Desarrollo Humano 2021/2022 se realizó en Nueva York, con la participación de António Guterres, secretario General de la Organización de las Naciones Unidas; Samia Sulihu Hassan, presidenta de Tanzania; Achim Steiner, administrador Global del PNUD; Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda y Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda, entre otros.

Por primera vez en los 32 años que el PNUD lleva elaborando el Índice de Desarrollo Humano (el cual mide la situación de la salud, la educación y las condiciones de vida de los países), se evidencia un retroceso mundial del bienestar durante dos años consecutivos. El Desarrollo Humano ha retrocedido a niveles de 2016, revirtiendo gran parte de los avances hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El retroceso es prácticamente universal, ya que más del 90 por ciento de países registran un deterioro de los niveles de su IDH en 2020 o en 2021, y más del 40 por ciento en ambos años, una demostración de que la crisis sigue empeorando para muchos.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2021/2022, además, propone continuar tres reflexiones principales sobre los retos que enfrenta la humanidad contemporánea: i) las desigualdades, sus variantes, sus incidencias e intensidades; ii) el Antropoceno y los desequilibrios que provoca la actuación de la humanidad; y iii) la incertidumbre creciente polarización política, afecta dimensiones para el logro del desarrollo humano, más allá de los ingresos, la salud y la educación.

Los debates sobre la desigualdad y sus efectos en el bienestar humano, que explora el IDH 2021/2022 desde la perspectiva de la incertidumbre, analiza las acciones a tomar en cuenta para prosperar frente a este escenario. Aunque algunos países están empezando a recuperarse, sus avances son desiguales y parciales, lo que aumenta aún más las desigualdades en materia de desarrollo humano. América Latina, el Caribe, el África subsahariana y el sur de Asia se han visto especialmente afectados, advierte el documento.

Esta investigación remarca que la incertidumbre domina las realidades de todas las sociedades, las cuales adquieren consciencia de ello: el control sobre las vidas, que solían percibir las personas, cada vez se desvanece más. Las poblaciones pierden el control sobre sus realidades y esto provoca rupturas en la confianza interpersonal y hacia las normas e instituciones en las que depositábamos dicha confianza como proveedoras de estabilidad y bienestar.

El informe analiza por qué no se está produciendo el cambio necesario y sugiere que hay muchas razones, entre ellas que la inseguridad y la polarización se alimentan mutuamente hoy en día para impedir la solidaridad y la acción colectiva que necesitamos para hacer frente a las crisis a todos los niveles. Nuevos cálculos muestran, por ejemplo, que quienes se sienten más inseguros son también más propensos a tener opiniones políticas extremas y su confianza disminuye en todos los aspectos del relacionamiento.

 

El camino a seguir depende de nosotros

Para enfrentar las crisis que supone el mundo contemporáneo, sugiere el IDH 2021/2022, se requiere reformular cómo hacemos las cosas y aprender a navegar el futuro en incertidumbre: centrarse en el potencial transformador de las personas como agentes de cambio, romper la parálisis que limita a la humanidad, superar las polarizaciones, recuperar la confianza interpersonal y en las instituciones, no caer en soluciones rápidas e inconsultas, y posicionar el diálogo y la participación como centro en la toma de decisiones públicas.

"El mundo se esfuerza por responder a crisis consecutivas. Hemos visto con las crisis del coste de la vida y de la energía que, aunque es tentador centrarse en soluciones rápidas como la subvención de los combustibles fósiles, las tácticas de ayuda inmediata están retrasando los cambios sistémicos a largo plazo que debemos hacer", dice Achim Steiner, Administrador del PNUD. "Estamos paralizados colectivamente a la hora de realizar estos cambios. En un mundo definido por la incertidumbre, necesitamos un renovado sentido de la solidaridad global para afrontar nuestros retos comunes interconectados”, añade Steiner.

Con políticas dirigidas a fomentar la inversión, el aseguramiento y la innovación, las personas gozarán de un entorno más favorable para seguir prosperando, incluso en medio de la incertidumbre. Los debates sobre la desigualdad y sus efectos en el bienestar humano, que explora el IDH 2021/2022 desde la perspectiva de la incertidumbre, analiza las acciones a tomar en cuenta para prosperar frente a este escenario.

"Para sortear la incertidumbre, debemos redoblar la apuesta por el desarrollo humano y mirar más allá de la mejora de la riqueza o la salud de las personas", concluye Pedro Conceição, autor principal del informe desde el PNUD. "También tenemos que proteger el planeta y proporcionar a las personas de las herramientas que necesitan para sentirse más seguras, recuperar la sensación de control sobre sus vidas y tener esperanza en el futuro, pese a la incertidumbre”.

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