El apoyo del PNUD para los países afectados por COVID-19 va más allá de la salud

28 de Marzo de 2020

 

El sonido del silencio llena largos días en cuarentena en mi apartamento de la ciudad de Nueva York, que parece achicarse con el paso de las horas. Las sirenas de las ambulancias rompen la monotonía. El silencio y las calles vacías son acontecimientos extraños en "la ciudad que nunca duerme", pero que ahora se ha convertido en el epicentro del brote de coronavirus en los Estados Unidos.

Hay más de 163.200 casos confirmados de COVID-19 en los Estados Unidos y sabemos que las cosas empeorarán mucho antes de que mejoren. Nueva York, donde la atención médica es accesible y de una calidad relativamente alta, apenas está preparada para esta enorme e inminente crisis de salud. Más allá de las fronteras de Estados Unidos, la pandemia se ha convertido en una crisis humanitaria y de desarrollo más grande.

El coronavirus se extiende por el planeta

Me preocupa seriamente pensar en países con mucha menos infraestructura y preparación. No es lo mismo un cierre para contener el virus y "aplanar la curva" en el sur global que en el norte de Manhattan. Según la Organización Mundial de la Salud, el coronavirus se extiende por todo el planeta, alcanzando a más de 200 países y territorios.

Si esta crisis no se contiene y se aborda rápidamente de manera integral, dará lugar a crisis sociales, económicas y políticas catastróficas, y las cicatrices podrían durar años. Muchos países están a punto de revertir los avances en el desarrollo de las últimas dos décadas en cuestión de semanas o meses. Gran parte de este impacto se sentirá en lugares que ya enfrentan graves crisis humanitarias debido a los conflictos, los desastres y el cambio climático. La economía global puede recibir un golpe de US$1 billón durante 2020, y aquellos que ya no tienen protección social, poco más de la mitad de la población mundial, se encontrarán en una situación mucho más grave.

Tenemos que ayudar a los países a establecer un enfoque integral para enfrentar los desafíos que van más allá del sector de la salud, tanto para limitar la propagación de COVID-19, como para mitigar el impacto potencialmente devastador en las personas y economías vulnerables.

Prepararse, responder y recuperarse

A partir de su vasta experiencia en el campo, la ONU ha coordinado un plan para mitigar el impacto humanitario del coronavirus. El Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a la COVID-19 de US$2 mil millones que se lanzó esta semana se centra en tres prioridades: contener la propagación de la pandemia; abordar el deterioro de los derechos humanos, la cohesión social y los medios de vida; y proteger y ayudar a los refugiados, los desplazados internos, los migrantes y las comunidades de acogida particularmente vulnerables a la pandemia.

El papel del PNUD será particularmente significativo. Brindaremos un apoyo crucial a los sistemas sanitarios, los medios de vida, la participación de la comunidad y la cohesión social. Asimismo, abordaremos los problemas relacionados con el estigma y la discriminación, y aseguraremos la protección de las necesidades fundamentales de derechos humanos, justicia y seguridad de las personas y comunidades vulnerables. Nos basaremos en nuestra experiencia durante la respuesta al brote de ébola en África occidental y en nuestra asociación de larga data con el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria para ayudar a los 51 países cubiertos por el Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a proteger, responder y recuperarse.

Más allá del Plan Mundial de la ONU, nuestro trabajo ya ha comenzado. En Madagascar, junto con el Banco Mundial, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos, estamos ayudando a desarrollar una iniciativa innovadora de protección social para apoyar a los grupos vulnerables cuyos medios de vida enfrentan un riesgo cada vez mayor.

En el Líbano, nuestra Unidad de Gestión de Desastres integrada en la Oficina del Primer Ministro está brindando apoyo directo al gobierno en la gestión y coordinación de esta crisis, gracias a un "centro de crisis" totalmente equipado que ayudamos a establecer en 2015. Un centro de este tipo es crítico en momentos como este.

En África, no solo ayudaremos con la adquisición de equipos médicos esenciales, incluidos equipos de protección personal, ventiladores y ensayos de diagnóstico, sino que también desarrollaremos estrategias para reparar el contrato social entre el estado y los ciudadanos, y comunicar eficientemente sobre la COVID-19. Una necesidad crítica en esta fase de la crisis es reconstruir la frágil confianza pública en las instituciones gubernamentales.

Actuar rápida y audazmente

Nuestra presencia en aproximadamente 170 países y territorios nos permite no solo actuar de manera rápida y audaz, sino también planificar y posiblemente prevenir otros tipos de crisis que pueden ocurrir como consecuencia de la pandemia. Estas incluyen una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las niñas a la violencia, una mayor discriminación contra los migrantes, refugiados y desplazados internos, protestas masivas y una degradación general de la ley y el orden.

Estamos trabajando las 24 horas para adaptar, siempre que sea posible, nuestros programas existentes para responder a esta crisis. El objetivo es encontrar soluciones nuevas e innovadoras que sean integrales, equitativas e inclusivas, para que nadie se quede atrás. Los países de todo el mundo han realizado un progreso increíble hacia el logro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible desde 2015 y queremos que esto continúe en la próxima década.

El PNUD está decidido a evitar que COVID-19 elimine ese progreso como parte de una respuesta integrada de la ONU. Pongamos en marcha los anticuerpos de gobernanza para inocular a los países más afectados por esta pandemia. Actuemos ahora todos juntos.