La innovación ayuda a reconstruir el arrecife de coral de Belice

ONU Desarrollo
6 min readJun 25, 2019
Lisa Carne, bióloga marina, llega al fondo de la reserva del arrecife de coral de Belice. ©Chris Iovenko

El huracán Iris, la tormenta más mortífera de la temporada, tocó tierra en el sur de Belice el 4 de octubre de 2001. Seis años después, las comunidades de Belice y otras partes del Caribe y Centroamérica sumaban US$ 250 millones en daños. Cuando las mareas de cuatro metros de altura disminuyeron, el pueblo pesquero de Placencia y el Parque Nacional Cayo Laughing Bird quedaron destruidos.

El huracán produjo importantes daños en la Red de Reservas del arrecife de barrera, designado como Sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Extensa decoloración y daño del coral en el Parque Nacional Cayo Laughing Bird a causa del huracán Iris. ©PNUD/Leilei Katof

Fueron tiempos difíciles para la comunidad de Placencia, ya que perdieron casas, granjas, zonas de pesca y todos los medios para alimentar a sus familias. Los pescadores del pueblo se dieron cuenta de que cuando el coral murió, los peces desaparecieron.

La organización comunitaria Fragmentos de Esperanza surgió ante la difícil situación por la que pasaba Belice.

Esta organización es la primera del país en adoptar la microfragmentación, una técnica revolucionaria para el crecimiento acelerado del coral. El grupo también es el primero en utilizarla en el coral de Belice, lo que muchos creían imposible de hacer.

Dale Godfrey (derecha), de Placencia, es pescador, guía turístico y presidente de Fragmentos de Esperanza. ©PNUD/ Leilei Katof

Tras el paso del huracán Iris, la bióloga marina Lisa Carne comenzó a investigar técnicas para salvar los sistemas de la barrera de coral trasplantando trozos de coral vivo en el Parque Nacional Cayo Laughing Bird, en la costa de Placencia.

Lisa recordó que muchos rechazaron la idea de trasplantar coral en Cayo Laughing Bird, pues allí solo quedaban escombros, la barrera donante estaba muy lejos y las enfermedades o la decoloración podía matarlos. Las personas no lo consideraron como una necesidad hasta 2006, cuando EE.UU catalogó al coral acropórido caribeño (coral duro) como especie en peligro de extinción.

Sin embargo, el proyecto fue exitoso gracias a la técnica de microfragmentación y una mayor innovación del proceso. En 2006, el biólogo marino David Vaughan descubrió por accidente esta técnica revolucionaria de crecimiento del coral, al fragmentar un coral cuerno de ciervo en su tanque del laboratorio. A la semana encontró que los fragmentos habían regresado a su forma original.

Tras el golpe del huracán Iris, la bióloga marina Lisa Carne empezó a investigar técnicas para salvar la Red de Reservas del arrecife de barrera de Belice. ©PNUD/Leilei Katof (izquierda) y ©Chris Iovenko (derecha).

La microfragmentación ha supuesto un cambio revolucionario para Lisa y el mundo de la biología marina, ya que acelera de 25 a 50 veces la regeneración del tejido del coral. El coral se corta entre uno y cinco pólipos, que son organismos muy pequeños y blandos. Con la repetición del proceso de fragmentación y fusión, el coral puede alcanzar la madurez en dos años, un proceso que a menudo tarda mínimo 100 años; además, el coral regenerado también es sexualmente maduro, que de lo contrario tardaría al menos 75 años. Gracias al trasplante de colonias de corales en sitios permanentes, los biólogos marinos pueden asegurar formas de reproducción y, así, corales más sanos y más resilientes a enfermedades y a la decoloración.

La microfragmentación ha supuesto un cambio revolucionario , ya que acelera de 25 a 50 veces la regeneración del tejido del coral. ©Chris Iovenko

Lisa Carne y Fragmentos de Esperanza cultivan nuevos microfragmentos de forma directa en aguas poco profundas del arrecife en una zona que recuerda a una panadería submarina. Los pequeños fragmentos de coral de cuerno de alce, coral de ciervo y coral cerebro, que no son más grandes que un meñique, se colocan en “galletas” hechas de cemento Portland, arena y agua. Para fijar el coral en el sitio se usa la resina epoxi o pegamento. Estas “galletas” se ponen sobre viveros de coral debajo del agua, como las galletas cuando se enfrían en las bandejas. La corriente del océano y los peces limpian las algas y los residuos del coral en crecimiento.

Pasado un año, los corales se trasplantan a casas permanentes hacia el interior del océano donde afloran en unos tres o cuatro meses, antes de la temporada de huracanes, lo que garantiza que echen raíces y aguanten las tormentas.

Actualmente, al nadar desde las orillas del Parque Nacional Cayo Laughing Bird, la visibilidad es turbia y el fondo marino está lleno de montañas de coral muerto y conchas. Los únicos indicios de vida son un coral de cerebro flácido, derruido y enfermo, y un solitario y joven Ocyurus chrysurus. En menos de cinco minutos, el agua se vuelve azul turquesa y el paisaje marino se abre para iluminar un fondo marino totalmente cubierto por coral de cuerno de ciervo vivo y un caleidoscopio de peces jóvenes.

El área que cubre el coral en el Parque Nacional Cayo Laughing Bird se ha incrementado en un 44% en 16 años, desde menos de un 6% en 2001 a más del 50% en 2017. ©Fragmentos de Esperanza (izquierda) & ©PNUD /Leilei Katof (derecha)

“En Cayo Laughing Bird hemos sido capaces de cuantificar que desde el huracán Iris teníamos menos del seis por ciento del área cubierta por coral vivo en los arrecifes poco profundos. Gracias a nuestro trabajo, el área cubierta por coral ha aumentado a más del 50% en 2017”, dice Lisa. Este trabajo inicial se financió por el Consejo de Conservación de las Áreas Protegidas, que se estableció a través de una subvención para Belice del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).

En la actualidad, Fragmentos de Esperanza ha pasado de la restauración del coral al reabastecimiento de arrecifes, un signo de mejora tras décadas de ardua labor. Los peces, el turismo y el trabajo están volviendo a Placencia. La organización ha extendido el trabajo de reabastecimiento de coral en diez arrecifes diferentes en cuatro áreas protegidas marinas de Belice.

El trabajo de Fragmentos de Esperanza se traduce en que ahora Belice cuenta con la Red de Reservas del arrecife de barrera viva más grande del mundo, después de la deteriorada gran barrera de arrecifes de Australia.

Lisa también señala que las personas pueden contribuir para proteger nuestro medioambiente.

Gracias al trabajo de Fragmentos de Esperanza, Belice cuenta con la Red de Reservas del arrecife de barrera viva más grande del mundo, después de la deteriorada gran barrera de arrecifes de Australia. ©Chris Iovenko

“Aunque el cambio climático pueda ser por sí solo abrumador o parezca que los esfuerzos de cada persona son inútiles, hay medidas sencillas para lograr un impacto en tu entorno. Quiero asegurarme de que las personas entiendan el mensaje de que, aunque las emisiones de gases de efecto invernadero parezcan un gran problema que una sola persona no puede solucionar, se pueden realizar pequeños cambios en nuestro modo de vida y nuestros hábitos”, dice Lisa Carne.

“Donde quiera que vivas, puedes votar de forma inteligente por políticos que luchen contra el cambio climático. Si visitas un destino con arrecifes de coral, sigue las leyes locales. No uses protector solar que produce la decoloración del coral, sé un consumidor responsable con las compras que realizas y cumple las regulaciones locales sobre los alimentos marinos”, asegura.

A través del Programa de Pequeñas Donaciones del FMAM, Fragmentos de Esperanza ha organizado 15 visitas de intercambio con otros países de América Latina y el Caribe para enseñar la reposición de corales y treinta beliceños adicionales han sido capacitados y certificados en reposición de corales, y están contribuyendo a la restauración de los mismos. Esta exitosa receta se está replicando en otras áreas marinas protegidas en Belice, y también se ha producido un manual y un video que detallan las técnicas de reposición y capacitación de corales.

“Aunque el cambio climático pueda ser por sí solo abrumador o parezca que los esfuerzos de cada persona son inútiles, hay medidas sencillas para lograr un impacto en tu entorno”, dice Lisa. ©Fragmentos de Esperanza

Fotos: Leilei Katof y Chris Iovenko. Edición de fotos: Rico Cruz, pasante de fotografía del PNUD Nueva York.

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