Caleidoscopios urbanos

Las ciudades reflejan la resiliencia mundial

A medida que el mundo se vuelve más interconectado y dinámico, los entornos urbanos van tomando protagonismo como catalizadores de la prosperidad.

Las ciudades y sus alrededores actúan como poderosos imanes para la innovación, la cultura y las oportunidades, atrayendo tanto talento como inversión.

No es de extrañar entonces que más de la mitad de la población mundial viva en entornos urbanos, y las proyecciones indican que cerca del 70 % de los habitantes del planeta vivirá en ciudades para el año 2050. 

¿Cómo se están adaptando las áreas urbanas a un paisaje global en constante evolución? ¿Cómo están creando resiliencia a la velocidad y a la escala necesarias?

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Cerca del 70 % de la población mundial vivirá en ciudades para 2050

Campos de batalla para un futuro sostenible

Las ciudades son los motores económicos de las naciones. Generan más del 80 % del PIB mundial. Su poderosa maquinaria fomenta el espíritu y el crecimiento empresariales y, en tiempos de crisis económicas, la diversidad de sus industrias, servicios y fuerza laboral impulsan la recuperación.

Sin embargo, las zonas urbanas pueden también convertirse en una trampa de desigualdad, como el hacinamiento, la contaminación, la infraestructura deficiente y la injusticia social. En otras palabras: miles de edificios no implican necesariamente viviendas asequibles, del mismo modo que más oportunidades de trabajo no son siempre garantía de empleos decentes. 

Aproximadamente 1,1 mil millones de personas viven en barrios marginales y asentamientos informales en zonas urbanas, y esto arraiga la pobreza y limita las oportunidades de las personas que allí habitan. El que una ciudad se encuentre en el mundo desarrollado o en desarrollo es irrelevante: hay pobreza extrema en los tugurios de Kibera en Nairobi (Kenya), una de las ciudades más ricas de África, al igual que en las calles de Londres (Reino Unido), donde la falta de vivienda ha aumentado un 21 % desde 2022.

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1.1 mil millones de personas

Los asentamientos informales a menudo carecen de infraestructura esencial y servicios básicos, lo que agrava aún más las ya difíciles condiciones de vida.

Foto: PNUD / Maria De La Guardia

El rápido crecimiento de la población y la migración desde las zonas rurales también están provocando presión sobre los recursos y dando lugar a una mayor demanda de infraestructura y servicios. Para poner esto en perspectiva, se estima que las ciudades de los países en desarrollo necesitarán de 4,5 a 5,4 mil millones de dólares de los Estados Unidos en inversiones anuales en infraestructura entre ahora y 2050.

Otro desafío es hacer habitables los espacios urbanos sin contribuir a empeorar los niveles de degradación ambiental. Las ciudades utilizan alrededor del 75 % de la energía que se consume en el mundo y generan, según estimaciones del Banco Mundial, el 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. Sin embargo, representan menos del 2 % de la superficie terrestre.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, llama a las ciudades “campos de batalla críticos” en favor de un futuro sostenible, pues es en donde la pobreza y la riqueza conviven bajo el mismo techo. No obstante, al igual que los patrones siempre cambiantes en un caleidoscopio, las ciudades ofrecen mosaicos infinitos de progreso.
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Mosaicos de progreso

Las ciudades tienen una capacidad singular de resiliencia. En tiempos de crisis, suelen estar mejor preparadas para movilizar recursos, coordinar respuestas y ofrecer servicios básicos para hacer frente a la adversidadLviv (Ucrania) es un reflejo de ello: a pesar del telón de fondo de la guerra, la ciudad sigue siendo pionera en la planificación urbana y la innovación, al tiempo que proporciona asistencia a las personas desplazadas.

La gobernanza local también es fundamental para fomentar la resiliencia, al asegurar que las ciudades puedan responder eficazmente a los desafíos y puedan reconstruirse de manera más sólida. La capital de Somalia, Mogadiscio, trabaja en mejorar sustancialmente la prestación de servicios, reforzar la protección social, aumentar el acceso a la vivienda y el empleo e implementar intervenciones basadas en dinero en efectivo, lo cual es vital en una urbe que alberga a 400.000 personas que viven en un estado de desplazamiento interno prolongado. 

80% del PIB MUNDIAL

Las consideraciones de género en estos entornos son fundamentales para impulsar un ambiente urbano equitativo e inclusivo. Un ejemplo es la Ciudad de México, donde el metro reserva asientos exclusivamente para mujeres, a fin de protegerlas de la violencia y el acoso sexuales en el transporte público. La ciudad también está probando otras iniciativas para garantizar que la igualdad de género beneficie no solo a las mujeres residentes, sino a la sociedad en su conjunto. 

Las zonas urbanas, como el barrio en que vive Borhan, en Dhaka (Bangladesh), son campos de batalla cruciales en la lucha contra el cambio climático. Borhan, de 70 años de edad y con discapacidad visual, reside en una comunidad caracterizada por la frecuente contaminación del agua y las inundaciones. La infraestructura resiliente al clima que se ha implementado le permite ahora a él y su comunidad poder viajar y beber agua de forma segura.

Traer la innovación a la ecuación puede generar ideas creativas, como lo ejemplifica un grupo de jóvenes científicos de Skopje (Macedonia del Norte), que convierten los residuos en bioenergía renovable e incluso crean proteínas a partir de insectos.

Del mismo modo, a medida que las poblaciones crecen, también lo hace la demanda de transporte. Las áreas urbanas pueden ser un catalizador para la configuración de opciones de movilidad más limpias, eficientes y accesibles. Ciudades como Batumi (Georgia), Lusaka (Zambia) o San Juan Comalapa (Guatemala) ya están adoptando el transporte sostenible.

Los entornos urbanos han demostrado su adaptabilidad durante tiempos de incertidumbre, como ocurrió al inicio de la pandemia de COVID-19, que tuvo impactos considerables y transformadores sobre las economías informales y los sistemas de salud.

En Kampala (Uganda), un proyecto de comercio electrónico inició una colaboración experimental con los mercados informales de alimentos que favorecía a las pequeñas empresas, a fin de mantener las cadenas de suministro, mediante una aplicación móvil para conectar a los vendedores informales con los consumidores. Por su parte, Accra, la capital de Ghana, está abordando las desigualdades en materia de salud entre las comunidades urbanas pobres, al tiempo que fortalece los servicios esenciales de cara a futuras pandemias.

Con estos mosaicos vibrantes, el cambio positivo se refleja sin límites. Al combinar estas perspectivas con esfuerzos tales como garantizar una educación de calidad, mejorar la eficiencia energética o garantizar una vivienda asequible, las ciudades no solo pueden lograr progresos sustanciales en aras de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 11, sino que también pueden estimular una mayor participación y cohesión comunitarias. En Ciudad de la Costa (Uruguay) ya están poniendo esto en práctica.

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La proyección glocal

Como los entornos urbanos son espejos de los desafíos mundiales, sirven como centros experimentales para identificar y aplicar soluciones locales con impacto global.

Si bien no existe una fórmula única para lograr un desarrollo urbano sostenible, la Nueva Agenda Urbana ofrece orientación y estrategia mostrando que, cuando el paisaje urbano ha sido bien planificado y se gestiona de manera correcta, puede ser una fuerza transformadora que tienda a acelerar los ODS. Hace hincapié en la idea de localizar soluciones, pensar globalmente y actuar localmente; se trata esencialmente de alcanzar una proyección glocal.

A medida que aumenta la urbanización, la financiación de los ODS a nivel local es una inversión prospectiva que paga dividendos en materia de resiliencia. Una vía fundamental es la de las asociaciones público-privadas, en cuyo marco los gobiernos locales colaboran con el sector privado en proyectos sostenibles. 

Los bonos verdes ofrecen otro mecanismo de financiación que permite a las ciudades recaudar fondos para proyectos de sostenibilidad en condiciones atractivas para los inversores. Adoptar políticas como los impuestos al carbono bien puede generar flujos de ingresos al tiempo que fomenta comportamientos sostenibles y reduce la congestión del tráfico y las emisiones.

En ese sentido, es igualmente esencial asegurar la financiación de los servicios sociales con miras a asegurar que todas las personas residentes cuenten con recursos vitales, que incluyen atención médica, educación y vivienda, al tiempo que se garantiza la equidad de género en todas las dimensiones. 

Los recursos económicos dirigidos a una planificación urbana inclusiva pueden promover la paz y la seguridad en las regiones que luchan contra los conflictos y los desastres. Este tipo de inversión desempeña un papel fundamental en el refuerzo de la cohesión social mediante la implementación de soluciones duraderas, lo cual armoniza con los objetivos establecidos en el Plan de Acción Global.

Los gobiernos locales pueden desempeñar un rol importante en el intercambio de fondos, mejores prácticas y lecciones aprendidas relacionadas con las políticas, y esto, a su vez, permite que dichos intercambios ayuden a otras regiones y comunidades en sus respuestas a desafíos similares.
 

Los entornos urbanos son un espejo de nuestros compromisos y prioridades. Para que reflejen el futuro que queremos, debemos defender y poner en práctica políticas y acciones que fomenten el progreso glocal y la resiliencia.


Y para que eso suceda, resulta imperativo financiar ciudades sostenibles.

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