Apoyar a los pueblos indígenas de Perú en la lucha contra COVID-19

13 de Abril de 2020

 

El impacto de la COVID-19 podría acentuar las desigualdades que ya existían en países como Perú. Por eso, y aunque este país aún no vive el escenario más extremo de la emergencia, es necesario ampliar cuanto antes la mirada hacia el mundo indígena, poniendo énfasis en aquellas comunidades que viven más cerca de las ciudades, así como en aquellas que se encuentran en aislamiento o contacto inicial

A pocos días de que el Perú decretase el confinamiento obligatorio para frenar el coronavirus, se detectó el primer caso positivo en un líder indígena, quien ahora está en cuarentena. Desde ese momento, los 55 pueblos indígenas en el país, incluyendo además unos 18 pueblos en situación de aislamiento o contacto inicial, han liderado una serie de medidas para protegerse.

De inmediato, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) convocó a las más de 2000 comunidades a ratificar la cuarentena nacional, cerrando el ingreso de foráneos para controlar la propagación del virus. Esto ha sido acatado, por ejemplo, en el territorio asháninka. Asimismo, las mismas federaciones han comunicado las medidas dictadas por el Ministerio de Salud, traduciendo los materiales oficiales a sus lenguas originarias.

Si bien estos pueblos están organizados frente a la amenaza global, el Estado peruano, a través del Ministerio de Cultura, también está afianzando una respuesta desde un enfoque intercultural para garantizar su salud en este nuevo escenario pandémico.

Un desafío para los sistemas de salud

Si el pico de esta pandemia para muchos países representa un colapso de sus sistemas de salud, esto podría ser más devastador para los pueblos indígenas en Perú dado que, según el último censo nacional, solo el 32% de comunidades cuenta con establecimientos de salud, de los cuales 92% son postas sin personal médico. De hecho, el 1,7% de estas postas tiene internamiento y, según ha manifestado la Organización de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO), estarían desabastecidas, sin medicamentos ni equipos necesarios y con grandes dificultades para aplicar el enfoque intercultural, clave para valorar las creencias y visiones relacionadas con la salud, y para complementarlas con acciones concretas por parte del Estado.

Cuando no se mira desde lo intercultural, brotes de enfermedades, como la hepatitis B, acaban siendo un riesgo de extinción, como vimos en el pueblo kandoshi en Loreto. Este caso alerta sobre la situación de muchos pueblos, cuyo sistema de salud tradicional no es suficiente para hacer frente a la enfermedad y revela, además, la necesidad de una formación y capacitación en salud intercultural desde los órganos sanitarios del Estado que les permita comunicarse mejor con la población y comprender sus prácticas para fortalecerlas.

Esta preocupación se traslada a los pueblos en aislamiento o contacto inicial. Muertes masivas ya se han dado por enfermedades como gripe o sarampión, para las cuales no tienen inmunidad. Estos pueblos ejercen, por tanto, su autodeterminación al aislarse. Una medida que, al igual que hoy nosotros experimentamos, les garantiza sobrevivir. De ahí la importancia de que el Ministerio de Cultura haya suspendido el ingreso a las Reservas Indígenas y Territoriales.

El Estado está encaminado a tomar acciones diferenciadas y es necesario enfatizar en que sean adecuadas a sus creencias y concepciones acerca de las enfermedades; así como a sus particulares condiciones de vida. Estas medidas deben contar con la intervención intersectorial en diferentes etapas, que van desde la informativa hasta la adecuada atención y equipamiento de los centros de salud y postas médicas que prestan servicios a estos pueblos.

Protocolos de seguridad

Asimismo, se debe enfatizar en la atención de emergencia, estableciendo protocolos de seguridad que permitan, por ejemplo, una rápida evacuación de los afectados en caso de que el brote del virus se diera dentro de las comunidades.

Como bien ha establecido el Ministerio de Cultura, el flujo de comunicación debe darse en lenguas originarias, a través de medios orales y de rápido acceso, y con una mirada de género, considerando el rol de las mujeres dentro de sus familias como cuidadoras del hogar, de niños y adultos mayores.

Ya lo ha dicho AIDESEP desde su cosmovisión, “el calor amazónico y las plantas sagradas enfrentarán el COVID-19, pero no podrán detener esta tragedia” si no se toman las medidas adecuadas. Desde el PNUD reafirmamos nuestro compromiso con las poblaciones más vulnerables en el país y, en esa línea, estamos priorizando con el Estado peruano y las organizaciones indígenas una serie de acciones concretas para la prevención ante el virus, fortaleciendo las capacidades a nivel comunitario y territorial con el despliegue de medios comunicacionales con enfoque intercultural; así como para la respuesta, a través del análisis de la vulnerabilidad territorial de los pueblos indígenas; y para la recuperación, a través de recomendaciones que ayuden a acelerar el bienestar de esta población.