Navegar por las aguas del desarrollo global: un panorama económico y de ayuda en constante cambio
19 de Febrero de 2024
Mientras el mundo se enfrenta a una serie de crisis globales, desde la guerra en curso en Ucrania hasta el conflicto entre Israel y Gaza, la economía global ha demostrado resiliencia reflejando tanto sus fortalezas como sus debilidades. El último reporte del Banco Mundial esboza una imagen de crecimiento modesto, con una desaceleración en la expansión económica mundial que pasó de 2,6 % en el 2023 al 2,4 % en el 2024. Esta disminución continúa con una tendencia principalmente atribuida a políticas monetarias estrictas creadas para controlar la inflación, condiciones crediticias más rigurosas, y un pulso debilitado en el comercio y la inversión mundial. Se prevé que los países desarrollados y China experimenten tasas de crecimiento inferiores al promedio de la última década, lo que pinta el momento actual como crítico. Los mercados emergentes y las economías en desarrollo se encuentran en una encrucijada: aquellos con fundamentos sólidos ven mejoras potenciales, mientras que otros, agobiados por sus vulnerabilidades, se enfrentan a un futuro incierto, especialmente los países de ingresos bajos que ya sufren presiones por el servicio de la deuda.
A pesar de que la cooperación internacional ha mejorado en temas vitales como el cambio climático, el alivio de la deuda y la seguridad alimentaria, la distribución bilateral de la ayuda y el incremento de la asignación específica a través de canales multilaterales continúan ocasionando ineficacias. Esto es particularmente evidente en el sistema de desarrollo de las Naciones Unidas, el cual recibe el 73 % de las contribuciones asignadas a los proyectos. Los próximos años, marcados por una combinación de tensiones geopolíticas, incertidumbres económicas, emergencias humanitarias, necesidades de financiamiento climático y reformas de los bancos multilaterales de desarrollo, presentan una perspectiva de financiación compleja para el desarrollo global.
"El futuro exige un enfoque estratégico para involucrar a las partes interesadas, diversificar las fuentes de financiamiento y forjar alianzas sólidas".
Las dinámicas de asistencia oficial para el desarrollo (AOD) son igualmente complejas. Habiendo superado la barrera de los 200 millones de dólares estadounidenses en 2022, una considerable porción de este aumento se atribuye a los gastos relacionados con la asistencia a personas refugiadas en los países donantes, así como al respaldo otorgado a Ucrania. Sin embargo, este hito se ve enturbiado por preocupaciones que atañen a la disminución de la calidad de la ayuda, ya que la flexibilidad en los criterios de calificación pueden inflar las cifras de la AOD, desviándose así de los objetivos centrales de desarrollo. El panorama en constante cambio de la AOD, subrayado por un informe de AidWatch (disponible en inglés), dibuja un futuro donde la ayuda podría alejarse de las intervenciones humanitarias, planteando preguntas cruciales sobre la dirección y efectividad de los mecanismos de ayuda global.
El panorama político no es menos complejo. Dado que el 2024 es considerado un “superaño electoral”, los resultados de numerosos comicios globales podrían impactar significativamente la estabilidad geopolítica, la cooperación internacional y las políticas de ayuda. Los cambios políticos en los principales países donantes podrían influir en los volúmenes y las prioridades de la ayuda, destacando el delicado equilibrio entre los intereses nacionales y los compromisos internacionales. Las elecciones parlamentarias en Europa y los próximos comicios en los Estados Unidos son de especial relevancia debido a su potencial para remodelar las dinámicas y prioridades de la ayuda.
Los conflictos y las emergencias humanitarias continúan en aumento, con casi 300 millones de personas con necesidades de asistencia en medio de crisis que persisten este 2024. La creciente brecha de financiación humanitaria hace necesario un esfuerzo coordinado para lograr soluciones políticas, así como la integración de los actores del desarrollo y las instituciones financieras en la creación de soluciones duraderas que aborden la inestabilidad y el conflicto.
La financiación climática es un área fundamental a tener en cuenta, especialmente después de los compromisos asumidos en la COP28. Pese a los acuerdos notables adquiridos, la cruda realidad de una brecha significativa de financiamiento para mitigar y adaptar esfuerzos cobra gran importancia, subrayando la necesidad de invertir sustancialmente para alcanzar las metas climáticas globales. De igual forma, es importante garantizar que el compromiso con la acción climática no debilite el apoyo de la asistencia para el desarrollo a los países en desarrollo que lo necesitan.
La reforma de los bancos multilaterales de desarrollo presenta una oportunidad para fortalecer el financiamiento para el desarrollo y el clima, para que a su vez abordemos los desafíos globales. Iniciativas como Bridgetown Agenda (disponible en inglés) y las propuestas de reforma del Banco Mundial indican un movimiento hacia la expansión de la capacidad de préstamo y el fortalecimiento de la eficacia de la financiación para el desarrollo global. Con los principales fondos para el desarrollo, incluidos la Asociación Internacional de Fomento (IDA por sus siglas en inglés), la Alianza para las Vacunas (Gavi) y el Fondo de Pérdidas y Daños, programados para ser reforzados entre el 2024 y el 2025, los analistas (disponible en inglés) están preocupados sobre la posibilidad de un juego de suma cero para recursos limitados, especialmente porque los principales contribuyentes a estos fondos suelen ser los mismos.
A medida que navegamos por este panorama cambiante, el sistema de desarrollo de las Naciones Unidas y sus socios se enfrentan a un momento crítico. En este contexto, es primordial poner énfasis en la importancia de abordar las causas fundamentales de los conflictos, abogar por una mayor acción climática y profundizar en las colaboraciones entre los bancos multilaterales de desarrollo y el sistema de desarrollo de la ONU. El futuro exige un enfoque estratégico que involucre a las partes interesadas, diversifique las fuentes de financiamiento y forje alianzas sólidas.
En esta era de desafíos mundiales complejos, seguir avanzando requiere un compromiso colectivo con la innovación, la resiliencia y la cooperación. Mientras nos esforzamos para mantener el impulso del desarrollo global, aquellas personas encargadas de formular políticas, donantes y profesionales del desarrollo tienen la responsabilidad de adaptarse, innovar y colaborar de manera más efectiva que nunca.