Las mujeres deben ocupar un papel central en los esfuerzos de respuesta en la crisis del Sudán
4 de Enero de 2024
Al iniciar el año, el Sudán se encuentra nuevamente lidiando con un alarmante aumento de violencia. Desde abril de 2023, el país ha quedado atrapado en un conflicto que ha resultado en una de las crisis humanitarias más graves a nivel mundial. Casi siete millones de personas se han visto forzadas a desplazarse, viendo cómo sus vidas se trastocaban y sus comunidades quedaban devastadas.
El impacto en las pérdidas humanas, la seguridad alimentaria, los medios de vida, la infraestructura pública y los servicios es devastador. Reflexionar sobre el último año resulta inevitable sin experimentar el peso del trauma y la angustia que ha sufrido la población del Sudán, así como la sensación de devastación y ansiedad que persiste en medio de la violencia.
En este contexto caótico, existe una realidad aún más desafiante: las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada. Ellas hacen frente al aumento de la pobreza, la violencia, el desplazamiento y un acceso limitado a servicios esenciales, atención médica y oportunidades. Las denuncias de violencia sexual también se han incrementado desde el inicio del conflicto. Los expertos de la ONU han expresado su preocupación (disponible en inglés) ante informes generalizados de violencia de género, incluyendo la violencia sexual como táctica de guerra para someter, aterrorizar, debilitar y castigar a mujeres y niñas, así como para castigar a comunidades específicas.
En el PNUD contamos con un historial de colaboración con el país desde 1965. Mantenemos nuestro firme compromiso de respaldar a las comunidades afectadas en el terreno, especialmente en estos momentos difíciles. Un componente crucial de nuestra respuesta implica reconocer y abordar los ángulos contextuales de género de esta crisis. Esto abarca garantizar que las voces de las mujeres sean escuchadas, que sus necesidades se prioricen y que su participación sea integral en todos los aspectos de la respuesta a la crisis, la recuperación y la consolidación de la paz.
Justo después del conflicto, en el PNUD ajustamos de manera ágil nuestros programas para abordar las necesidades más apremiantes y emergentes. Esto incluyó la restauración de servicios básicos e infraestructuras, como la mejora del acceso a la energía, el agua y la atención médica. Además, las actividades estaban diseñadas para fomentar la recuperación económica y los medios de vida, así como fortalecer la gobernanza local, la participación cívica y el diálogo social.
Con el objetivo de abordar las repercusiones de género de esta crisis, en el PNUD estamos trabajando junto con organizaciones de la sociedad civil. En el estado del Nilo Azul, se están implementando iniciativas para fortalecer económicamente a las mujeres y llevar a cabo programas relacionados con la violencia de género. En el área de Abyei, un programa conjunto busca reducir la pobreza extrema y combatir la discriminación de género al mejorar el acceso de las comunidades a servicios esenciales.
En los pueblos de Heiban y Delami, colaboramos activamente con los líderes locales, la administración, la policía y el poder judicial mediante talleres sobre resolución de conflictos, consolidación de la paz y derechos civiles. Además, en Nilo Azul, estamos implementando en diversas localidades un enfoque práctico que consta en distribuir 600 cabras a 150 mujeres cabezas de familia. Estas mujeres no solo reciben ganado, sino que también participan en una capacitación integral sobre la cría de animales y reciben medicamentos básicos para el tratamiento de los mismos.
Al analizar los desafíos que afronta la población sudanesa, resulta fundamental destacar la resiliencia de las comunidades frente a la adversidad. Nuestras intervenciones en el país, centradas y sensibles a las cuestiones de género, no solo buscan abordar las necesidades inmediatas, sino también empoderar a las mujeres, garantizando su participación activa en la construcción de un futuro más inclusivo y sostenible para el Sudán.
La camino hacia la recuperación es extenso, pero mediante esfuerzos coordinados y el compromiso de abordar las desigualdades de género, incluso en medio de la crisis, se vislumbra la posibilidad de un futuro más promisorio.